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—Hace tiempo que ya no estamos juntos. —Dijo Draken una vez llegamos a casa.

—Bueno, te estoy dando tu espacio. —Me encogí de hombros.

—¿En serio? —Dijo divertido.

—Si, bueno, tu fuiste el que dijo que teníamos que darnos nuestro espacio. Dijiste que pasábamos mucho tiempo juntos y que casi no salías con Emilia.

—Se llama Emma. —Gruñó.

—Lo que sea, hice lo que me pediste. —Le dije subiendo mis piecitos al sillón.

—Pero ya no tenemos noches de maratón de Barbie. —Dijo haciendo un muy mal puchero.

—Pues tu wey. —Lo señalé. —Comenzaste a salir mucho con Emma y todo eso quedó en el olvido.

—Moe, anda, veamos películas. —Sonrió tomando el control del televisor.

—No tengo ganitas. —Fingí desinterés mientras me miraba las uñas. —Ya vi películas con los gemelos.

—¿Ah? ¿Me estás cambiando por los gemelos? —Bramó.

—¿Qué? ¿Te molesta? —Solté un bostezo.

—No me... —Bostezó. —... molesta que sea con ellos, me molesta que ya no veamos juntos películas o series como era tradición.

—Ay Drakencito, podemos hacerlo después, ¿Qué es un día? No porque haya gastado mis energías viendo películas con los gemelos y no contigo se va a acabar el mundo, superalo Bro.

—¿Te estás desquitando por lo del festival? Eso ya pasó Moe.

—¿Y? Tú ahora me reclamas una tradición que ni sabía que teníamos.

Draken hizo un sonido extraño y me miró sorprendido. —No lo dijiste.

—¿Decir que? ¿Que no sabía de esa supuesta tradición?

—¡Retractate ahora mismo!

—Wey relájate, no sé de qué me estás hablando.

—Fuiste tú la que inició todo eso de las tradiciones. Draken será tradición ir juntos al festival. Draken tenemos nueva tradición, comer tacos los viernes. Draken será tradición ya no invitar a Mike Wazowski a nuestra tradición de los viernes porque se atasca mucho. Draken ver películas en las noches será nuestra nueva tradición.

—Bueno, las tradiciones están para romperse.

—¡Moe! —Exclamó molesto golpeando la mesita, haciéndome sobresaltar asustada. —No puedes solo olvidar todo eso, es algo que haciamos juntos.

—Drakencito, tu mismo lo dijiste, todos me lo dijeron, los dos estamos creciendo y no siempre vamos a estar juntos. Cuando te dije que estaba aprendiendo a darte tu espacio tu estabas bien con eso, no entiendo que te pasa ahora.

—No entiendo que te pasa a ti, ya no eres la misma Moe que cuando llegaste.

—¿Pues de que estamos hablando? Tú estás creciendo, yo estoy creciendo. Es obvio que no voy a ser la misma niña que llegó aquí, ahora ya sé lo que es un jabón Draken.

—Es solo que... Extraño pasar tiempo contigo. —Suspiró dejándose caer al sillón. —Ultimamente pasas mucho tiempo con los demás, pero conmigo ya casi no.

—Bueno, trataré de pasar tiempo contigo si eso es lo que quieres. —Le dije poniendo mi cabeza en su regazo. —Yo también extraño a mi bro, y también a Mikey porque ese se la pasa pegado a ti como garrapata. Me cambias por ese güero Drakencito.

Draken se rió y luego comenzó a hacerme cosquillas.

—¡No! ¡Se me va a salir un gas! ¡Draken te voy a matar!

—¡Déjese querer!

Y pronto un 'PFFF' se escuchó.

—¡Wakala Moe! ¿Pues qué comiste? —Exclamó Draken yendo a abrir las ventanas.

—Te dije que me iba a desinflar y tú no me hiciste caso. —Me crucé de brazos. —Oyeee, tengo algo para ti.

—Por favor que no sea otro gas. —Dijo.

—Por ridículo no te doy nada. —Gruñí escondiendo de nuevo la cosa.

—No, ya, dámelo. —Dijo viniendo a sentarse.

—Pasé por una tiendita de joyas —Draken me miró con cara de 'dime que no compraste nada estúpido'. —, y afuera había una señora vendiendo pulseras, collares y eso. Pero cuando el señor de la tienda se dio cuenta echó a la señora. El punto no es ese, el caso es que antes de que la echara le compre esto.

Le mostré el collar de cadenita, como aquellos que tienen los militares.

—Tipo, no tiene nada de especial, pero, siento que nunca te he dado nada, pero tú a mí sí.

—Es perfecto, gracias. —Sonrió emocionado. —También tengo algo para ti.

—¿En serio? Órale que buena onda. —Ambos nos levantamos y fuimos a su habitación, él se dirigió a su armario. —Quedate en la puerta, no puedes ver qué hay aquí.

—Ay Drakencito, ya he visto hasta la rayita de canela que dejas en los chonesss... Órale.

Draken cerro rápidamente la puerta de su armario pero yo ya había visto.

—¿Eso es...? —Pregunté apartando a Draken y abriendo la puerta, tragué saliva sintiendo las lágrimas bajar por mis mejillas.

—Tu abuelo dijo que sería genial traerlo, así que lo traje. —Dijo avergonzado.

—No hablo de eso, imbécil.

Me senté mirando la puerta de su armario, habían dibujos que yo había hecho, en la mayoría simulaban ser Draken y yo juntos pero en realidad eran personajes de palitos.

—Los tienes aún. —Murmuré mordiéndome el labio.

—No podría deshacerme de algo que habías hecho para mí. —Dijo. —Es algo lindo que siempre recordaré.

En una repisa también tenía la piedra con ojos que le había regalado, la había hecho en la escuela y recuerdo que me daba pena regalarle a Draken algo tan insiñido, pero él había dicho que le encantaba.

También estaba el muñeco Ken con el que jugábamos, recuerdo que yo no tenía con quién jugar a las muñecas, porque las chicas siempr estaban trabajando, Draken se compró un muñeco solo para jugar conmigo.

Habían fotos que las chicas hicieron de nosotros, fotos mías pegadas ahí.

Sollocé feliz.

—Nunca estuve más feliz de tenerte. —Me dijo y me solté a llorar con ganas, Draken me abrazó y yo pude dejar salir lo que tenía. —Te quiero mucho, Moe.

—Y yo a ti. —Sollocé.

NEXT LEVEL [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora