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Después de navidad, andaba completamente tranquila hasta que me topé con Taiju, sonreí y me acerqué a él.

Según Yuzuha, su hermano se había ido de su casa.

Corría el riesgo de que me diera la golpiza de mi vida, pero quería intentarlo.

—Hola. —Sonreí poniéndome a su lado.

—Pierdete si no quieres que te golpeé. —Gruñó.

—Me agradas, ¡Seamos amigos! —Exclamé poniéndome frente a él.

—¿Por qué querrías ser mi amiga? —Cuestionó levantando una ceja. —La última vez me diste una patada y casi me quedo sin herencia.

—Sobre eso, lo siento, pero tengo mis razones, me diste miedito. —Dije. —¿Entonces aceptas?

—Tú no has respondido mi pregunta. —Bramó.

—Pues, no es la gran cosa. Me parece que eres una persona incomprendida, así que si me dejas acercarme puedo... —Él me interrumpió sujetandome de la chaqueta y elevandome un par de centímetros del suelo.

—No sabes nada de mi, no hables por hablar. —Gruñó.

—Por eso mismo quiero conocerte, nadie es malo porque quiere, tiene sus razones para serlo o para que la gente lo vea así. —Murmuré.

—¿Cómo sé que no es una trampa?

—Compadre, no soy tramposa si no se trata de comida. —Él me soltó dejándome en el suelo, inesperadamente no fue bruto como antes.

—No te acercas a mi solo por amistad, quieres algo más, dilo ahora.

—Me atrapaste. —Reí. —Me gustaría que me hagas fuerte, ya sabes una chica es muy débil, pero... Nada de golpearme a mi directamente sólo porque te salió del culo hacerlo.

—¿Y qué gano con eso?

—Una bonita amistad. —Sonreí.

Teiju no ganaba nada, pero parecía dudarlo, gruñó y asintió.

—Bien, te ayudaré, pero no soy paciente. Ahora pierdete.

Él siguió su camino, pero después se regresó.

—¿Cómo dices que te llamas?

—Momo Yamada. —Sonreí y se fue finalmente.  —Sal de ahí Koko, tus tacones suenan al caminar.

Kokonoi salió de su escondite sonriendone dizque inocentemente.

—¿Qué quieres? —Pregunté. —¿No te han dicho que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

—¿Qué tramas juntandote con ese tipo?

—Nada, solo quiero hacerme fuerte, nadie de la Toman quiere enseñarme a serlo, por eso me veo obligada a buscar gente que esté dispuesta a hacerlo.

—Pero ayudándote no se gana nada.

—Nop, pero yo sí, y eso es lo que me importa.

—Me agradas Moe, eres tan especial. —Sonrió relamiendose los labios.

—Lo sé le agrado a todos, es un don una maldición. —Sonreí. —Ya me voy, hasta luego.

Caminé en dirección a la casa de los gemelos, habíamos quedado en preparar galletas, aunque en realidad ellos iban a hacerlas porque yo era capaz de quemar todo o incendiar la cocina de la señora Kawata.

Al llegar a su casa, saludé a la mamá de los gemelos quien ya se iba junto a su esposo.

Nosotros pusimos música, bueno yo mientras ellos buscaban los ingredientes.

—Moe, pásame la harina. —Pidió Smiley, se lo di y él aprovecho para darme un beso haciéndome reír.

—Dejen de comer enfrente de los pobres. —Se quejó Angry.

—Algun día tendrás novia, y te vamos a hacer burla. —Dijo divertido Smiley.

—Ya me vi conociendo a tu novia, de que “¿Es la misma de ayer o es otra?” —Dije y Smiley se rió mientras que Angry me golpeó. —Ni me dolió.

—Callate y pásame el chocolate en polvo. —Gruñó.

—Ay que amargado, necesitas una novia.

—No necesito una novia.

—¿O quieres un novio? No juzgo, yo no juzgo.

Smiley estaba que de hacía pis de la risa.

—No necesito tampoco un novio. —Dijo avergonzado.

—Smiley, ¿Crees que tú hermano sea de la otra cancha o si va para la misma que tú?

—Ambos. —Dijo y Angry le lanzó harina. —Oh no hiciste eso.

—Chin, ¡Huyan! —Exclamé corriendo por la cocina riendo, ambos gemelos se lanzaban harina y por obvias razones me tocaba a mí.

—¡Ven aquí Moe! —Exclamaron ambos chicos y me persiguieron por la cocina, hasta que cada uno me llegó por un lado.

—¡No, hoy no es día de baño! —Lloriqueé pero eso no evito que ambos me echaran harina y chocolate. —Hijos de mi suegra, me caen mal, los voy a denunciar con la Fepade.

Ellos se rieron pero siguieron en su trabajo de hacer las galletas, las metieron en el horno y se fueron a bañar, yo también pero en el baño de sus padres.

Smiley me había dado lo necesario de ropa para cambiarme así que cuando salí me sentía muy cómoda.

—Ah como me encanta la ropa masculina. —Sonreí.

—Ya están las galletas, atasquense. —Dijo Angry poniendo las galletas en un plato, los tres agarramos las galletas para comerlas.

—Asumakina, saben super bien, ¿No quieren ser mis chefs? —Tomé otra galleta y me la comí.

Ellos empezaron súper chiditos pero no llevaban ni cinco cuando ya se habían llenado.

—Ya no quiero. —Dijo Smiley dejándo caer su cabeza hacia atrás. —Estoy satisfecho ya.

—Yo tampoco quiero más. —Dijo Angry.

—Moe, encárgate. —Dijeron ambos señalando las galletas.

—Pues me lo voy a comer pero así no se dice. —Gruñí entrecerrando los ojos, comí más galletas hasta que me las acabé. —Yummy yummy, ay, siento que podría rodar.

—Ahuevo, el amarre de las galletas va a jalar. —Dijo Smiley y choco los cinco con Angry.

—¿Amarre? —Cuestioné asustada. —¡Los voy a matar!

—¡No! ¡Era broma!

—¡Todo fue plan de Smiley!

—¡Traidor!

—¡No quiero morir Bro!

NEXT LEVEL [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora