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Paro díganme si les gusta la historia, necesito ayuda para inspirarme jajaja.

Después de un largo tiempo llorando, desesperados, aguitados, finalmente estábamos de camino a Disney.

—¡Mikey! —Exclamé. —¡Vas a conocer a tu otro tu!

—¿Quién?

—¡Mickey Mouse!

—Te pregunto. —Se empezó a reír y yo me quedé callada haciendo un puchero. —No es cierto, ven, te doy un abrazo.

—Ya no quiero nada. —Aún así él riendo se acercó a mi y me envolvió en sus brazos.

—Dejese querer. —Rió divertido.

—A ver chamacos, formense para ver quienes van. —Esa era Soyeon, con Niell nos habían acompañado a Disney pues porque éramos menores de edad y pues así.

—Yo cuento. —Dije. —Mikey, Draken, Los gemelos, Chifuyu, Hina, Takemicchi, Soyeon, Niell, y yo, somos diez.

—Bueno, vamos por los boletos. —Dijo caminando hacia la fila.

Nos tardamos aproximadamente diez minutos en llegar con el chico.

—Buenas, me da diez boletos, por favor. —Pidió sacando su cartera. —¿Me dices cuando es, nene?

—Claro señorita, serían $*****.

—¿Señorita? ¿Pues que no le ve los hijos? —Señaló Niell a los chicos que jugaban a darse golpes en la entrepierna.

—Es que no tenían tele. —Le seguí el juego.

—Lo siento, señora. —La mujer le dio los boletos y Soyeon solo dio el dinero de mala gana.

—Los voy a matar, era mi oportunidad de ligar. —Dijo entre dientes.

Niell y yo chocamos los cinco riéndonos de ella.

Por si no recordaban, ellos ya no están casados, solo viven juntos porque al parecer echaron a Soyeon de su hogar cuando salió embarazada. Y el abuelo los obligó a casarse y bueno ya saben lo demás.

Entramos al lugar, nos quedamos con la boca abierta al ver las botargas de los príncipes y princesas.

—¡Wey, tu gemelo! —Exclamé feliz viendo la botarga de Mickey a la vez que golpeaba a Mikey.

—¡Kenchin, tómame una foto con él! —Exclamó corriendo conmigo para ponernos a su lado.

Draken sonrió sacando su celular y nos tomó algunas fotos.

Nos fuimos directamente hacia el parque de diversiones, subimos a algunos aunque a veces no nos dejaban entrar a todos porque somos muchos, patrañas.

Después de mucha diversión y casi una vomitada de Mikey, fuimos a comer.

—¡Yo quiero el menú infantil! —Exclamó Mikey. —¿Tienen banderitas o pequeñas espadas?

—De hecho, señorito, el menú infantil viene con un juguete.

—Oh perfecto, quiero el Menú infantil, de ser posible quiero un Mickey Mouse.

Los demás ordenamos algo sencillo pero de apariencia apetitosa.

Al llegar nuestra comida, dimos gracias y comenzamos a comer. Envidiaba a Mikey, a él le habían dado malteada de chocolate, y a mi una mugre agua de jamaica.

—Mikey, te catafixio mi agua por tu malteada. —Sonreí inocente.

—No. —Dijo y le tomó a su malteada, y por si fuera poco lamió la orilla del vaso completita.

Gruñí y puse mi mano en el vaso para después apachurrarlo y hacer que le cayera en toda la cara.

—¡Moe! —Exclamó Draken.

—El que ríe al último rie mejor. —Sonreí.

Pero Mikey no se quedó de brazos cruzados y tomó mi agua y me la echó, pronto se empezó a reír y yo lo imité.

Después el mesero llegó con dos malteadas, y nosotros estábamos felices tomando nuestras bebidas.

—Son tan raros. —Dijo Niell comiendo ensalada con helado.

—Se nota que son familia. —Dijo Soyeon. —¡Ese es mi helado maldito mugroso!

Y así comenzó otra pelea. De puro churro no nos sacaron por hacer escándalo.

Cómo nada más veníamos por un día, pues fuimos a comprar recuerditos y nos fuimos al hotel, ya al otro día nos iríamos en la mañana.

—¿Te divertiste? —Preguntó Draken.

—Siii, cuando estábamos en la montaña rusa tu estabas llorando de miedo. —Me reí y él me lanzó su almohada.

—¿Kenchin, Moe? ¿Puedo dormir con ustedes? —Pregunto Mikey entrando a nuestra habitación.

—¿Y ahora tu qué?

—Es que Chifuyu roca mucho, y hace un rato ya estaba durmiendo pero parecía que se le estaba metiendo el chamuco, le di una patada y lo tiré de su cama pero él siguió roncando. No sé que demonio esté invocando pero me da miedo. —Lloriqueó metiéndose a mi cama.

—Esa es la cama de Moe. —Dijo Draken.

—¿Y?

—No voy a dejar que duermas con ella.

—Ay ya déjalo. —Gruñí metiendome a la cama.

—¡Buenas noches! —Exclamó Mikey y me abrazó para después caer profundamente dormido.

—Hasta mañanita, duerme con los angelitos. —Le dije a Draken y yo también caí mimida.

Al día siguiente nos despertó Soyeon golpeando la puerta y gritando que se nos iba a ir el avión.

Nos arreglamos y salimos del hotel, entregando las llaves para después irnos.

Cuando llegamos a Shibuya Niell y Soyeon se fueron y nosotros continuamos nuestra vida.

NEXT LEVEL [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora