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Banda la siguiente semana no voy a la escuela, así que probablemente hayan más capítulos.

¿Con qué comida le hicieron el amarre los gemelos a Moe?

—¿Disculpa?

—Lo que oíste, si no puedes apoyarme en una decisión así, no entiendo para qué seguimos juntos. —Murmuré apagando la televisión y acomodándome en el sillón, mirando a las dos niñas dormir en mi cama.

—Moe esto no se trata sobre no apoyarte en eso, obviamente te apoyo. Pero sabes los riesgos que lleva tener una pandilla. Hay mucha gente peligrosa que podría hacerte daño.

—No trates de disfrazar con preocupación el que me estés subestimando. Además, el hermano de Mikey no sabía pelear y aún así lideró una pandilla, yo también podría hacer eso.

—Mierda Moe, no quiero que te suceda algo malo, ¿Lo entiendes? Lo eres todo para mí, no dudo de que puedas pelear y derribar a los demás, pero no sabemos cómo puedan pelear los otros, no todos hacen peleas limpias.

—Nahoya, gracias por preocuparte por mi... Pero quiero hacerlo, aunque no sea una gran pandilla quiero... —Mi celular vibró anunciando otra llamada entrante. —Dame un minuto, parece ser de la casa de mis padres.

Puse la llamada con Smiley en espera y luego respondí a la otra llamada, de inmediato escuché lloriqueos.

—¿Qué sucede? —Pregunté tratando de no entrar en pánico.

Señorita Momo... Hubo un atentado en la empresa de sus padres, unos hombres entraron y los asesinaron, y su abuelo ahorita anda bien malo por la noticia. —Lloriqueó a la que reconocí como la ama de llaves.

—¿Ah? ¿Qué demonios? Estaré ahí antes de medio día, cuida de mi abuelo, ¿Bien?

—Si señorita.

Colgué la llamada con ella y luego regresé a la de Smiley.

—Lo siento, no puedo hablar ahora, tengo que ir a Shinjuku. —Dije levantándome del sillón para ir hacia mi armario.

—¿Y eso? ¿Qué pasó?

—Le pasó algo a mis padres, mi abuelo está mal, tengo que ir. —Fue lo único que dije antes de colgar y tomar una mochila poniendo lo indispensable.

Abrí la puerta de mi habitación pero pronto cayeron dos cuerpos a mis pies.

—¿Qué pedo?

—¡Fue culpa de él! —Exclamaron Mitsuya y Draken señalandose.

—Yo le dije que no era bueno escuchar las conversaciones ajenas. —Se excusó Draken.

—¿De qué hablas? Yo ya estaba durmiendo cuando me despertaste que para ver de qué hablabas. —Bufó Mitsuya cruzandose de brazos y mirando a otro lado desinteresado.

—Como sea, me voy a Shinjuku, no sé cuándo voy a regresar. —Dije yendo hacia la mesa donde estaban las llaves de mi auto. —Les dicen a los demás por fa.

—¿Ah? ¿Vas a ir sola? —Cuestionó Draken. 

—Si, no quiero que nadie me acompañe. —Gruñí saliendo del departamento.

Fui al elevador y llegué hasta el estacionamiento, pronto saqué mi auto y me fui en dirección a Shinjuku.

Para evitar dormirme puse algo de música y de esa forma entretenerme.

—Aish, bajale, intento dormir. —Una voz se escuchó detrás de mi haciéndome frenar de golpe.

—¿¡Mikey!? ¿¡Qué piñas haces en mi auto!?

—Durmiendo. —Dijo pasándose adormilado al sillón del frente. —¿Tú qué haces en mis aposentos?

—Mikey es mi auto.

—Mis aposentos.

—¿Qué demonios haces aquí? ¿Por qué no estás en tu casa?

—Hace algunos días que no llego a casa... no me siento bien estando allá. —Murmuró. —Hice una copia de las llaves de tu auto y duermo aquí.

Por el espejo retrovisor pude ver una manta, almohada, sus chanclas y botas, además de envolturas de comida, y unas cuantas banderitas.

—¿A dónde vamos? —Preguntó.

—Ah, pues ya que estoy a medio camino... Iremos a Shinjuku, le pasó algo a mis padres.

—¿Qué les pasó?

—Dicen que murieron. —Murmuré mirando hacia el frente. —Y el abuelo está mal de salud.

—Ouh, ¿Pero que irás a hacer allá?

—Ni idea, pero creo que iré para ver cómo están las cosas, ya sabes, apoyo moral o lo que sea.

—¿Y como te sientes con la noticia?

—No me afecta en realidad, no había convivido lo suficiente con ellos así que... No me importa. —Dije indiferente.

—Ah ya.

El camino fue algo largo pero llegamos al rededor de las nueve de la mañana, entramos a la mansión de los Yamada y dejamos el auto con el Mayordomo.

Al entrar había gente que no conocía, pero todos vestían de negro. Por suerte yo tenía un pans gris, un polo negro y sudadera negra, pero Mikey venía de colores claros, así que toda la atención de los desconocidos fue hacia él.

—¡Señorita Momo! —Exclamó la ama de llaves. —Me alegro que viniera. La familia de sus padres vino al velatorio, me gustaría presentarlos pero no creo que sea un buen momento. Vengan, deberían pasar a ver al señor Yagi.

Mikey tomó mi manga y comenzó a caminar detrás de mi hacia la habitación del abuelo. Cuando entré estaba completamente pálido.

—El doctor dijo que tuvo un infarto. —Murmuró ella. —Murió por unos segundos pero lograron revivirlo, y cuando despertó pidió verte.

—Mikey, quédate aquí. —Le dije y él asintió.

Caminé hasta la cama del abuelo y me senté en el sillón.

—Momo... —Susurró el abuelo. —No creo que esta vez me quede mucho tiempo... Niell y Soyeon... Fue mi culpa.

—¿De qué hablas?

—Hice algunos convenios con personas malas y... No respeté el acuerdo, ellos dijeron que asesinarían a mi familia... Pero no les creí.

—¿Qué clase de convenios?

—Momo... Tu madre no te dejó en el basurero porque no estaba preparada. Yo le dije que lo hiciera por eso mismo, amenazaron con matarte. Incluso después de volver a verte, nadie sabía sobre ti, y temo que si llegan a saberlo ellos puedan hacerte daño.

¿Eh?

NEXT LEVEL [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora