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—¡Sanzu! —Exclamé yendo a abrazarlo. —Me alegra verte de nuevo.

—Lo mismo digo. —Dijo indiferente.

—¿A dónde quieres ir, Moe? —Preguntó Mucho subiendo al auto.

—¿Bolos? ¿Estará bien? —Sonreí.

—Vamos a los bolos. —Asintió.

Sanzu puso en marcha el auto, en el camino puse música y la empecé a bailar haciendo reír a los chicos.

Cuando entramos, ellos hicieron lo que tenían que hacer para poder jugar, nos pusimos los zapatos y luego fuimos a jugar.

—Moe eres un asco en los bolos. —Se burló Sanzu. —Observa y aprende.

Él tomó la bola y luego la lanzó haciendo una chusa perfecta, me quedé con la boca abierta.

—¡Quiero intentarlo de nuevo! —Chillé emocionada.

Mucho me dejó su turno para yo poder lanzarlo, suspiré y lancé la bola, y pronto hice una chusa.

—¡Si! ¡Lo logré! —Exclamé yendo a abrazar a ambos chicos.

La razón por la que me encontraba muy feliz y hasta infantil, era que podía hacer cualquier berrinche y ellos no me regañarían, al contrario me cumplían mis caprichos. Estos días de la semana en los que me tocaba con Mucho eran geniales, sobre todo si Sanzu estaba con nosotros.

Seguimos jugando un rato, pero nos aburrimos y nos salimos del local para ir a comer.

—Te va a dar la gastritis de tu vida. —Dijo Mucho divertido.

—Nah, lo normal. —Reí.

Habíamos venido a los tacos, y como siempre le eché mucha salsa a mis taquitos, le di una gran mordida a mi taco y lo pude saborear.

—Ah, es la gloria, normalmente solo puedo echarle un chorrito de salsa. —Murmuré tragando ni bocado. —Que geniales son.

Sanzu pasó su mano por mi cabello acariciándolo tiernamente.

—¿Quieres un jugo de naranja o un refresco? —Preguntó.

—Jugo de naranja. —Sonreí. —Capaz si me da gastritis si me tomo el refresco.

Sanzu fue a traerlo y me lo dio con un popote.

(Tipo, ya no usen popotes, es malo para las tortugas.)

Me comí otro taco y le di un sorbo al jugo.

—¿Todo ha estado yendo bien en su división? —Pregunté preparando mi otro taco.

—Si, generalmente los chicos de la Toman son buenos, pero si nos hemos llegado a enterar de uno que otro o hocicón. Pero ya los hemos eliminado.

—Ouh, ¿Los despiden? —Pregunté ladeando la cabeza.

—Los golpeamos hasta que ya no quieran vivir. —Dijo Sanzu con una gran sonrisa.

—Orale. —Murmuré. —Bueno, por algo son hocicones.

—¿Quieres ver cómo molestamos a uno de esos? —Sanzu sonrió emocionado mientras tomaba mis manos.

—¡Mi taco! —Lloriqueé viéndolo en el suelo.

—¡Te divertirás un montón! —Exclamó feliz.

Terminamos de comer y nos fuimos en el auto, al parecer según fuentes, había un topo en la Toman. Mucho y Sanzu tenían toda la información de cada uno de los miembros de la pandilla, así que fue sencillo para ellos llegar hasta donde estaba.

—Oh, si lo recuerdo, era nuevo en la cuarta división. —Dije mirando su foto en el celular de Sanzu. —¿Cómo saben quienes son los traidores?

—Bueno, nuestra división es como una división espía, si nos enteramos de algo, nos deshacemos de esa peste.

—Cool. —Sonreí.

Bajamos del auto, aparentemente el tipo se encontraba en un bar con sus amigos.

—¿Puedo entrar? —Pregunté.

—Adelante. —Sonrió Sanzu y se puso su cubrebocas.

Cuando entré, varias miradas se dirigieron a mi, aprovechando eso me puse a revisar a todos hasta que lo encontré. Regresé a la puerta y les indique que ahí estaba.

Ellos entraron y fue cuando todos se asustaron, ellos intentaron correr pero la división de Mucho y Sanzu ya habían llegado, así que ellos entraron para detener a los que estaban ahí.

—Zao, eres una perra. —Mucho no esperó y le dio un puñetazo que lo dejó noqueado. —Sanzu, súbelo al auto y llevemoslo.

Él hizo lo que le pidió, y Mucho me abrazó por los hombros para dirigirnos al auto. Sanzu puso al chico en la cajuela y nosotros subimos.

Después llegamos al lugar donde ellos hacían sus cosas, sacaron al tipo y le echaron agua para hacerlo despertar.

—¿Qué...? ¡Sueltenme malditos! —Exclamó tratando de sacarse las cuerdas.

—No creo que estés en posición de demandar cosas. —Dijo Mucho. —Moe, linda, ¿Quieres hacerme los honores?

—¿Puedo? —Sonreí emocionada mirando a ambos, ellos asintieron y yo me quité la chaqueta. —Es mi primera vez torturando a alguien, trataré de disfrutarlo.

—Puedes usar cualquier cosa de la mesa. —Dijo feliz Sanzu. —Si quieres puedes quitarle lo dientes, uñas, cortarlo, lo que quieras, nadie dirá que tú lo hiciste, ¿Cierto Zao? Si no dices que si te mataré yo mismo.

—No diré nada. —Dijo miedoso.

Sonreí tomando un tubo de metal, pasé mis dedos por éste y sin decir nada más golpeé el estómago del chico, luego golpeé sus piernas haciendo que el tipo gritara de dolor.

—¡Si, así es como se hace! —Exclamó eufórico Sanzu, parecía disfrutarlo más que yo.

Seguí golpeandolo hasta cansarme, pero al parecer eso no fue suficiente para Sanzu pues cuando me fui a sentar él tomó una navaja y comenzó a hacer diferentes cortes en el cuerpo del chico.

—Bien, eso le enseñará a no meterse con las personas equivocadas. —Dijo Mucho llevándose un cigarrillo a la boca. —Moe, nada de esto debe salir de aquí, tampoco diremos que fuiste parte.

—Entiendo. —Asentí.

Sanzu llevo el cuerpo inconsciente del chico a un callejón, y luego me fueron a dejar a casa.

—¡Estoy en casa Drakencito! —Exclamé yendo a sentarme.

—Ven a comer. —Me dijo desde la cocina.

—Ahorita voy, estoy cansada. —Dije dejando caer mi cabeza hacia atrás.

Nadie debe saber que me gustó golpear a ese tipo.... Quizás vuelva a salir con ellos.

NEXT LEVEL [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora