NEXT LEVEL [Tokyo Revengers]

52

—¿Cómo diablos hiciste que las luces se apagaran? —Preguntó Draken sujetando una bolsa de hielo sobre su cabeza.

—Tecnología. —Me encogí de hombros.

—¿Segura que no contrataste a alguien para apagar las luces? —Cuestionó Mikey comiendo pizza.

—Se puede poner en tiempo la luz. —Dije bebiendo refresco.

—Ohh, tecnology. —Dijeron todos.

El día de año nuevo todos nos juntamos extrañamente en el festival, vimos juntos los fuegos artificiales y celebramos el año nuevo abrazándonos todos.

Incluso estaba Yuzuha, quién aprovecho que nadie nos veía para morder el lóbulo de mi oreja, gruñí alejándola de mi pero se rió volviendo con su hermano.

Bufé yendo al lado de Smiley para tomar su mano y alejarnos junto a Mucho de ahí.

Fuimos a comprar esos globos que vuelan con fuego, pusimos nuestros nombres o buenos deseos y los lanzamos.

Emma y yo nos tomamos una fotito pal recuerdito.

(Finjan que la rubia de enfrente es Emma c: )

Después de que la celebración acabó cada uno se fue por su lado. Draken y yo fuimos a dormir un ratito, y cuando despertamos desayunamos unos cereales porque él no tenía ganas de cocinar.

—Moe, no me estoy llenando, sé buena hermanita y compra una pizza. —Dijo cuando acabó sus cereales.

—Nada más porque me dijiste hermanita si te hago caso hermanito. —Ambos reímos y yo marqué el número de las pizzas. —Si en treinta minutos no llega, es gratis. ¿Les ponemos trampas para que sea gratis?

—Nah, me da flojera. —Murmuró.

—¿Quieres ir a Disney? —Pregunté desparramandome en el sillón.

—Ahorita no, tengo flojera.

—No baboso, en unos días... O semanas da igual.

—Ah pues si.

—Vaaa, luego les avisamos a los demás. —Murmuré. —¿Piedra papel o tijeras a ver quién les dice?

—Te compro unos cheetos después si les dices tú.

—Pinche flojo. —Gruñí.

—Algo aprendí de ti.

—¡No me andes levantando falsos Drakencito!

—Ya llegó la pizza, ve corre.

—Me chocas. —Bufé levantándome, abrí la puerta y al instante me jalaron hacia afuera, cerré mis ojos viendo venir un golpe o algo así. —Yo no hice nada lo prometo, no le escupí desde el puente a los ciclistas.

—¿De qué hablas? —Una voz masculina se escuchó.

Abrí mis bellos ojitos y pude ver dos presencias.

—¿Y mi pizza? —Me quejé.

—¿En serio es ella? —Cuestionó el de mechas menta.

—Seh. —Dijo el de trenzas, él sacó de su espalda una caja de pizza.

—¡Yey, pizza! No sabía que trabajabas en la pizza.

—No trabajo en eso, nos encontramos al repartidor y pagamos.

—Oh, déjame devolvertelo. —Murmuré sacando mi cartera. —¿Aceptas tarjeta?

—Dejalo así, puedes ayudarnos en otra cosa. —Sonrió el de gafas.

—Comida no hay, carro no presto, y dinero no tengo. —👉🏻👈🏻

—No es eso, acompáñanos. —Dijo el de trenzas.

—Ni siquiera sé quiénes son. —Murmuré poniendo mi mano en la manija de la puerta.

—Cierto, somos los hermanos Haitani, él es Ran —Señaló al de trenzas. —, y yo soy Rindo.

—Ah pues mucho gusto, pero la verdad tengo muchas ganas de comer pizza. —Hice un puchero. —¿Se puede mañana? Es que la verdad si me da flojera.

—No nos hagas hacerlo por la mala. —Pidió Rindo despeinado su cabello.

—A mi no me andes amenazando cuatro ojos. —Bramé poniéndome al tú por tú con él tipo.

—Hey, no hay necesidad de ponernos agresivos. —Dijo Ran poniéndose en medio de ambos. —Solo ven con nosotros, no vamos a tardar mucho.

—No lo haré, no sé que planean, si quieren que vaya al menos díganme para qué. —Me crucé de brazos.

—Solo queremos conocerte, nos pareciste bien buenísima onda.

—Nah, esa ni ustedes se la creen.

—Cosas de pandillas, en pocas palabras ya que no estás en la Toman podrías unirte a la nuestra.

—Oh lo lamento, mi respuesta es 'No'. —Dije moviendo la manija de la puerta. —Podré no ser miembro de la Toman, pero no necesito unirme a una.

Y con eso abrí la puerta entrando a la casa, corrí hacia Draken dejando la pizza en la mesita y me trepe en él.

—¿Qué demonios...? ¿Por qué tiemblas?

—¿Sabías que según los pingüinos les entregan una piedrita a las hembras para que sean sus compañeras de por vida?

—¿El repartidor otra vez te coqueteó?

—No, cállate ya.