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—¿De... compras? ¿Para qué? Ya tienes mucha ropa. —Me quejé. —Además me vine bien fachosa, acabo de salir del gym.

—Anda, y te invito unos cheetos. —Dijo Emma emocionada.

—Ah así si cambia la cosa. —Sonreí siguiéndola hasta una tienda de ropa. —Aunque sabes que soy dueña de una tienda de ropa, fácilmente pudimos haber ido y salía gratis.

—No, yo misma comprare mis cosas. —Dijo y mi corazoncito de pollo de apachurró.

—Eres tan linda, vengache pa acá. —La abracé repartiendo besos por toda su frente.

—¡Basta! —Exclamó riendo a carcajadas.

—Vamos por esa ropa. —Dije y entramos a la tienda.

Nos paseamos por los pasillos buscando algo bueno para ella.

—Ahhh, ya me dolieron los pies.... Las compras son taaaannn aburridas. ¿Por qué no solo eliges... No sé... Todo y lo compro yo? Tendrás ropa para estrenar cada día del año.

—No quiero abusar, si acaso dejaría que me compres una prenda, pero ni eso, tengo dinero suficiente para comprar mis cosas, incluso para invitarte unos tacos.

—Eres tan buena cuñada. —Dije limpiandome una falsa lágrima. 

Ella solo se rió y me jaló de la playera para seguir comprando.

—¿En serio necesitas todo esto? —Me quejé porque yo era la que estaba cargando.

—Sip, aún faltan zapatos, algunos accesorios y... ¿Qué estás viendo?

—¿Ves lo mismo que yo? —Cuestioné mirando el exhibidor.

—¿Una caja?

—No burra, más allá de la caja.

—¿El trasero del trabajador? Qué pervertida.

—Aish, ven conmigo cegatona. —La jalé como pude con todo y bolsas y entramos a la tienda.

Al estar ahí pedí detalles de la pantalla plana, me los dieron y sin pensar decidí comprarla.

Cuando salimos de la tienda yo estaba mamadisima cargando en un brazo la televisión.

Según Emma ya no hacía falta comprar nada más, que su burrito de carga ya iba a tope y no podría cargar más.

Afortunadamente ya sabía manejar el carro gracias a Mitsuya, así que dejamos las cosas en el maletero y subimos.

Ella puso canciones y obvio yo sabía algunas así que nos pusimos a cantar como podíamos, porque eran de Kpop, canciones en inglés o en español.

Cuando llegamos a su casa, bajamos sus cosas, me agradeció dándome un pastel completo que había comprado para mí y me fui campante.

Al llegar al departamento le ordené a Draken que pusiera la televisión en la sala y aunque le dio flojera lo hizo, y la estrenamos viendo Barbie.

Draken fue a comprar comida sana, que porque ya comíamos puras chucherías y nos enfermariamos. De hecho por eso mismo ya voy al gimnasio, que porque ya peso mucho y blablabla.

Él es débil, la otra vez me subí a su espalda y se cayó conmigo encima. Debilucho.

—¿Cuando iremos a Disney? —Me quejé haciendo un puchero.

—El fin de semana. —Dijo sin despegar su vista de la tele y comiendo pasto, o lechuga, como le digan ustedes. —Ugh, odio la lechuga, pásame un pedazo de pizza mejor.

—¿No que no tronabas pistolita? —Me burlé. —Ya les dije a los demás, sólo queda que pidan permiso y arreglen sus chivas.

—¿Ya? Órale que rápido.

—Me quiero comprar algo... Pero ya no me dejan sacar más dinero, que porque todos los días saco mucho y blablabla. —Bufé.

—¿Qué te quieres comprar?

—Una moto.... Ponte a hacer ejercicio wey, necesito prostituirte.

—Sacate a bañar.

—Ya me voy a dormir, cualquier cosa me vale verga.

—Pinche grosera hija de tu madre, te voy a partir tu madre si sigues de pinche grosera.

—Yo no soy grosera. —Me quejé. —Tu si eres bien grosero, después hasta andas maldiciendo al pobre Takemicchi.

—Te voy a dar tus pataditas. —Gruñó.

—Pinche tlacuache igualado.

—¿A quien le dices así?

—Al villano. —Dije encogiéndome en mi lugar.

—Así me gusta, que me tengas miedo.

—Ay ya cállate que me desesperas.

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NEXT LEVEL [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora