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Eres tú.
Miro a mi pequeño Pétalo, a su cabello despeinado, sus mejillas sonrosadas, pero no importa cuánto la estudie, me resulta difícil procesar sus palabras.
—¿Soy yo? —repito.
Se aparta de mi abrazo y se sienta frente a mí, con sus delgadas piernas metidas debajo de ella.
Sus ojos brillan con una emoción infantil y comprensión.
—Cuando era joven, mi madre y yo siempre estábamos escondidas, de alguna manera. Papá nos visitaba y parecía como si no quisiera mostrarnos al mundo exterior. Un día, le dijo a mamá que debía permanecer oculta, y yo tenía unos cuatro años. Ni siquiera entendí lo que significaba, pero lo sentí. Ese día, mamá tiró todos mis vestidos, me cortó el cabello y me dijo: Ahora serás un niño, Taehyung. Si alguien pregunta por tu nombre, será Taehyung. Aunque no lo entendía, me encantaba la idea de no tener que cepillarme el cabello nunca más. A la tierna edad de cuatro años, me convertí en un niño, y dado que era pequeña, resultó creíble para todos los demás. Todo ese tiempo, pensé que mamá quería un niño y solo representaba el papel de uno para ella.
»Después de que desapareciera dos años después, me llevaron a un internado de niños y la mujer que me cuidaba me dijo que nunca jamás me duchara con los otros niños, ni me acercara a ellos ni les hablara. Siempre me ajustaba los pantalones y me cortaba el cabello, me vigilaba todo el tiempo, asegurándose de que permaneciera como el chico que mamá quería que fuera. Sin embargo, era demasiado escuálida en ese momento, muy escuálida e inocente para lo que estaba pasando en esa escuela. Quería tener amigos y jugar con ellos, pero los chicos no sentían lo mismo. Me golpeaban y trataban de ahogarme, me tiraban del cabello y rompían mis libros. Siempre lloraba sola en la esquina porque mamá me dijo que los niños no lloran. Estaba tan sola y asustada y miraba por encima del hombro con cada paso que daba hasta...
Su labio inferior tiembla.
—Una niña me rescató. Era más alta, mayor y también tenía mejor constitución. Asustaba a los otros chicos con solo aparecer por allí. Los aterrorizaba y los golpeaba hasta hacerlos papilla en medio del patio de recreo. Se sentaba conmigo cuando leía, un poco más atrás para no molestarme. Era silenciosa en su mayoría, pero me protegía, me dejaba sonreír de nuevo, ser yo misma, y olvidar por un momento que había perdido a mi madre. Pero no sabía que era una niña porque no podía traicionar la promesa que le hice a mi madre. No importaba cuánto deseara abrirme a ella, no podía. —Traga—. Hasta ahora.
Todo el tiempo que habla, estoy inmóvil, me sorprende que pueda respirar regularmente en primer lugar.
Taehyung es mi pequeño Pétalo.
Mi pequeño Pétalo es Taehyung.
Ese pequeño y débil niño sin pelea en él, al que quería proteger porque estaba a punto de ser devorado por los lobos, es la misma mujer sentada frente a mí.
