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Abro los ojos y encuentro a mi pequeño Pétalo cerniéndose sobre mí como un ángel.
Ah, a la mierda.
¿Qué pasa con esta sensiblería últimamente?
Me estoy ablandando porque no he matado en mucho tiempo. Pero por otra parte, mantengo mi habitual personalidad imbécil con Enzo, Angelo y los demás.
Pétalo es la única que saca este lado de mí, una suavidad que no sabía que tenía.
-Enséñame a disparar.
Ahí va la imagen del ángel.
Me incorporo sobre mis codos y la miro fijamente. Está de pie al lado de la cama, ya lleva vaqueros y una camiseta sin mangas, su expresión llena de determinación.
-¿Para qué? -Me froto los ojos para ver mejor su culo en esos vaqueros.
-Para defenderme.
-¿De quién?
-De cualquiera.
-Yo haré la defensa, Pet. -La alcanzo-. Tengo una mejor idea para nuestra mañana.
Chilla cuando la agarro por la cadera, pero rápidamente se libera, apartando mi mano.
-No, Lisa. Vamos, quiero hacer algo.
-Bien. Puedes montarme hoy. -Sonrío y sus mejillas se ponen rojas. A mi pequeño Pétalo le encanta cuando le doy las riendas a veces.
Es una falsa sensación de control y siempre termina debajo de mí de todos modos, pero no hay nada malo en hacerla creer que puede salirse con la suya. Si la pone más excitada y obediente, estoy a favor.
-Disparar. -Se agarra la cadera.
Levanto una ceja amenazadora.
-¿Me estás dando órdenes, Pet?
Rápidamente retrocede, dejando caer su mano de su cadera.
Buena chica.
-¿No quieres asegurarte de que estoy a salvo cuando no estás aquí? -Suaviza su tono.
Pequeño Pétalo inteligente.Está usando la forma en que la trato para conseguir lo que quiere.
-Me aseguraré de que siempre estés protegida.
-Por si acaso... -Su voz baja-. Por favor.
Ah, mierda. No puedo resistirme a que me suplique de esa manera.
Enzo tiene razón después de todo.
Estoy dominada.
Además, tiene razón. No sabemos lo que pasará de ahora en adelante. Mientras JiYong siga en la tierra, ninguna de las dos está a salvo, y hasta que me ocupe de él, ella sigue en peligro.
