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Ya he terminado de hacer lo que Lisa me dice que haga

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Ya he terminado de hacer lo que Lisa me dice que haga. Voy a volver a Chicago.

Su asalto aún está fresco en mi mente.

La forma en que me folló, empujando sus dedos en mi interior, forzando su polla en mi culo a pesar de mis protestas. La odio por lo que me hizo, y la odio más por hacerme querer su cruel tortura.

Mientras estoy frente a la puerta, esperando su llegada, mi corazón amenaza con salírseme del pecho. Lisa me ha dado instrucciones especiales; debo esperar de rodillas junto a la puerta su llegada. Ni siquiera sé a dónde va cuando desaparece.

Supongo que a hacer la compra, no he visto a nadie más en la habitación en la que estoy encerrada y la comida tiene que venir de algún sitio.

Levanto la cabeza de mi posición en el suelo cuando escucho la llave girando en la cerradura.

Ha vuelto.

La puerta se abre y rápidamente vuelvo a bajar la mirada, para que Lisa no me atrape rompiendo las reglas.

Cierra la puerta y deja algo en el suelo. Luego, sus dedos se enrollan en mi cuello y me atrae hacia adelante.

—Alza la mirada, Pétalo —exige, mis ojos temerosos encuentran los suyos. Es tan guapa cuando está así, llena de oscuras intenciones y planes para atormentarme—. Esa es mi buena mascota. ¿Te has portado bien hoy?

Todos los días la misma pregunta. Y sabrá si miento, así que no tiene sentido ocultarle cosas.

—No me corrí —murmuro, y acaricia mi mejilla como recompensa.

—Buena chica. Lo estabas guardando para mí, ¿verdad?

Me quedo callada, mi terquedad emana de mis movimientos rígidos.

Estoy disgustada con ella, y esta vez, no tengo miedo de mostrarlo.

Me quedé callada cuando me quitó mi última virginidad.

Me quedé callada cuando me obligó a correrme para ella una y otra vez mientras lloraba.

Pero no esta vez.

Parece notarlo y sus cejas se fruncen con molestia.

—¿Y ahora qué, Pet?

Me levanto del suelo y me mira fijamente. Sé que no me dio permiso para levantarme, pero ya no puedo hacer esto. No puedo perderme en la fantasía y olvidarme del mundo real.

Cuando hablo, trato de hacer que mi voz sea fuerte y segura, pero en cambio sale chillona y asustada.

—Quiero volver a casa.

Se ríe como si acabara de contar un chiste, y ahora es mi turno de fulminarla con la mirada.

—¡Lisa! No es una broma. Dije que quiero ir a casa.

# 𝗣𝗦𝗬𝗖𝗛𝗢 ; 𝐉𝐧𝐤 𝐱 𝐋𝐥𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora