Han pasado exactamente cuarenta y siete días y diecinueve horas desde la última vez que nos despedimos.
No soy una escritora, y nunca lo seré, así que no estoy segura de lo que se me metió cuando decidí escribirte esto. Todo lo que sé es que hay algo que se mantiene en mi pecho y necesito purgarlo de alguna manera.
Enzo me ha dicho que te va bien, y me enorgullece ver que te estás ocupando de todo. Sabía que eras fuerte. Lo supe desde que eras el pequeño Tete con esas mejillas regordetas y hábitos femeninos de recoger margaritas.
Te hice creer que eras molesto y una carga en ese entonces, pero la verdad es que eras lo único que me anclaba al mundo, y tenía miedo de perderte, así que te alejé a veces y te hice creer que no eras importante.
Entonces, mi peor pesadilla se hizo realidad y te fuiste. Lloraste tanto ese día mientras abrazabas mis piernas, y nunca olvidé cómo enterraste tu cabeza contra mi estómago y te negaste a irte con tu nueva familia. Me hizo sentir una mierda que no tenía sentido. Me hizo querer agarrarte y llevarte lejos.
Subconscientemente, ese pensamiento permaneció conmigo incluso después de que creciéramos. Por eso, incluso antes de reconocerte, quería tenerte para mí, esconderte para mí y estar contigo.
Es una obsesión enfermiza, lo sé, pero, ¿no tienen las mejores personas defectos de alguna manera? ¿No somos todos imperfectos de alguna forma?
Sé que lo soy, porque incluso después de mi promesa de dejarte ir, no puedo dejar de pensar en ti, soñar contigo, e incluso con tus malditos gatos.
Odio que te tengan y yo no.
Tengo problemas, lo sé. No le digas a mi terapeuta cuando empiece a existir.
De todas formas, esta carta tan larga e innecesaria tiene el único propósito de decirte que importas incluso sin familia; incluso sin nada, importas más de lo que nunca sabrás. Importaste desde que eras el pequeño Tete. Le diste un propósito a mi vida desde que eras un niño y eso solo se acentuó cuando creciste.
Ahora que te has ido, mi vida ya no tiene sentido.
Te amo, mi pequeño Pétalo.
Eres la única que me hizo sentir que la vida puede ser más que matar y existir por mi próxima dosis de sangre.
No me olvides y ni siquiera pienses en tomar un marido o un novio o novia, o cualquier jodida compañía humana. Los gatos son todo lo que apruebo.
-Lisa
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ahora sí, no actualizaré dentro de un rato pq el final es el siguiente capítulo.
No empiecen a joder pq si no alargo más la espera.