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Mi pequeño pétalo no ha comido durante días

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Mi pequeño pétalo no ha comido durante días.

El primer día la dejé con sus putas payasadas y la ignoré.

Para el segundo día, ya he tenido suficiente de su terquedad. Hice que la nueva ama de llaves, Salli, preparara canelones y luego obligué a Pétalo a comer.

Al principio, los tiró, así que le di unos azotes, la obligué a abrir la boca y luego le metí la comida por la garganta.

Lo vomitó de nuevo.

A la mierda con eso.

Me paro en la puerta del dormitorio mirándola mientras se sienta en el balcón, su mirada perdida en la distancia. Tiene un libro abierto en su regazo, pero no lo está leyendo.

Sus hombros y mejillas han adelgazado. Siempre tuvo bellas formas y curvas, pero ahora están empezando a perder su habitual vivacidad.

Está empezando a perder su vitalidad.

Si Pétalo continúa así, podría perderse por completo. Puedo castigarla, forzarla a comer y llevarla al orgasmo, pero algo me dice que eso solo empeorará las cosas.

Puede que funcione por un tiempo, pero finalmente, la romperé hasta el punto de no retorno. Se convertirá en una cáscara de sí misma y puede que nunca sea capaz de encontrarla una vez que la pierda.

Así que voy por un camino que nunca he usado antes.

Con una respiración profunda, entro y me siento en la silla frente a la suya.

Finge que no estoy allí, sus mejillas se ahuecan y sus labios forman una línea.

Su mirada aún está perdida en la distancia donde los trabajadores han empezado a cultivar la tierra. Es lento, y no han aparecido muchos, pero se han duplicado y triplicado en los últimos días.

Aunque la gente de aquí me respeta y a mi apellido, si saben que traje a un Kwon a su territorio, no lo aprobarían.

Que se jodan ellos y Enzo que ya se ha dado cuenta. Está empeñado en usarla para esta guerra, y eso nunca sucederá.

—Pétalo —digo su nombre con voz suave—. Mírame.

No lo hace.

—Pétalo —advierto.

—¿Vas a dejarme ir? —Su pregunta habitual es neutral, incluso muerta.

—No.

—Entonces no tengo ninguna razón para mirarte.

—¿Por qué quieres tanto irte? —pregunto, tratando de no perder la calma y azotar su culo—. Nunca te ha gustado tu vida en Chicago. Es un lugar que te rechazó y te arrojó de un hogar de acogida a otro.

—Sigue siendo mi hogar. —Su voz es débil pero severa mientras sus ojos se encuentran con los míos—. Mis gatos están ahí, mi trabajo, mis amigos. ¡Mi vida! No te sientes ahí fingiendo que no me has secuestrado de todo lo que me importaba.

# 𝗣𝗦𝗬𝗖𝗛𝗢 ; 𝐉𝐧𝐤 𝐱 𝐋𝐥𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora