¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Llevó dos días atrapada en mi apartamento.
Dos días de Lisa follando implacablemente mi cuerpo hasta que le prometí todo en el mundo por el gusto del placer, una lamida de lo que mantuvo alejado de mí durante horas que se sintieron años.
Empezó jodiendo mi cuerpo, pero ahora ha progresado hasta joderme la cabeza.
Al tercer día, soy un puto desastre. La noche anterior, Lisa me bañó, rociado mi cuerpo con ráfagas de agua fría y caliente hasta que me convertí en un lío confuso y goteando. Me metió en la cama. Ni siquiera estoy maquillada y mi cabello es una maraña ondulada, pero no parece importarle. Me mira como si estuviera a punto de devorarme, y en cuanto a mí… estoy viviendo por cada segundo de eso, no es que vaya a admitirlo alguna vez ante mi captora.
—Lisa. —Mi boca está tan seca que se siente como si se agrietara con cada palabra—. Me estás jodiendo.
—De la manera que te gusta —responde—. Ahora vete a dormir, Pétalo. Sueña con cosas bonitas y maravillosas que ya no puedes tener.
Mis ojos se cierran y dejo que la oscuridad me arrastre.
De repente, estoy en un mundo que he intentado cerrar durante años. Un mundo de oscuridad, sombras y secretos que me susurran en cada rincón, un mundo que ya no puedo fingir entender. Mi mamá está ahí, todavía viva, todavía respirando, sosteniéndome cerca de su corazón y diciéndome que todo va a salir bien una y otra vez.
“Estás bien —susurra en mi oído—. Estás bien, mi querida niña, voy a cuidar de ti, me aseguraré de que nadie te haga daño nunca más”.
La creo. Soy una niña de nuevo, excepto que no soy una niña.
Soy un niño, y me gusta recoger margaritas y la niña mayor que me cuida.
Me sobresalto, mis ojos se abren de nuevo mientras gimo y mis manos buscan a Lisa por consuelo. Está a mi lado, su cuerpo rígido mientras me aferro a ella por mi vida.
—Me estás asustando, Lisa —susurro—. Le estás haciendo algo a mi cabeza, la estás jodiendo, ya ni siquiera puedo ver con claridad.
—Deja que te hunda, Pétalo.—Su voz oscura me tranquiliza—.Es la única forma en la que te desharás de esos ataques de ansiedad.
Dejo que el tirón de los recuerdos empiece a alejarme de ella de nuevo. No quiero recordar, pero necesito hacerlo. Para salvarme, para salvar a Lisa.
Recuerda.
Recuerda.
Recuerda.
No sé cómo está haciendo esto, pero los eventos que he tratado de ignorar durante décadas están regresando con toda su gloria tecnicolor. Se me humedecen los ojos al recordar a una mujer hermosa que se parecía a mí. Cabello oscuro, delicada, delgada, ojos rasgados.