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Hace dos días que Lisa se fue

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Hace dos días que Lisa se fue.

Dos días de escuchar a escondidas a Enzo para asegurarme de que no fue asesinada allí.

Dos días de planes.

Dos días de preparación.

Hoy es el día en que me voy a casa.

Me pongo un pantalón, una sudadera con capucha y zapatillas que uso cuando voy al campo. Preferiría llevar toda mi ropa, pero eso llamará la atención.

—Vengan aquí, chicos —Abro las jaulas y se quejan antes de entrar—. Escuchen, Señora Hudson, Señor Bingley, nos vamos a casa. Los voy a esconder cerca del garaje; va a estar un poco oscuro. Lo siento, pero vendré a buscarlos pronto.

Me miran con esa expresión arrogante que dice eres una loca de los gatos.

Después de esconderlos cerca del garaje, pretendo estirarme ya que Enzo está hablando con uno de los hombres de la casa.

Desde que Lisa se fue, me ha estado observando como un halcón. Sigo pensando que me mataría si tuviera la oportunidad, pero desde que salvé a Lisa, ha estado ocultando su maldad.

Sonrío a Salli y dejo que Francesco me tome de la mano mientras caminamos hacia los campos. Mientras lo escucho hablar, mi pecho se agita y me vienen dudas.

¿Realmente quiero dejar este lugar, esta gente? ¿A Lisa?

Niego internamente. No puedo quedarme, no cuando Lisa está en una misión para matar a mi padre.

Necesito volver y detenerla. Y sobre todo, necesito ver a mi padre.

Tan pronto como llegamos a los campos, le digo a Salli que voy a saludar a las otras mujeres. Me coloco en la parte trasera del camión que entrega las provisiones y me subo asegurándome de que nadie me está mirando.

Huele a suciedad y a fertilizantes, pero me quedo dentro mientras me cubro con el trozo de tela. El camión solo viene una vez a la semana y hace dos paradas.

Una en los campos y la otra en el garaje.

Mi respiración se dificulta cuando el camión se mueve y se detiene en el garaje.

En el momento en que el hombre baja y entra, busco a mi alrededor antes de hacer lo mismo.

Recupero las jaulas de mis gatos, las escondo bajo la tela de gran tamaño y luego me uno a ellos.

—Vamos a estar bien. —Los tranquilizo cuando Señor Bingley comienza a quejarse.

En la salida, los guardias nos detienen. Los latidos de mi corazón se disparan mientras pongo una mano sobre mi boca para suprimir cualquier sonido.

El guardia y el conductor hablan en italiano, pero sobre todo preguntan por la familia del otro.

No libero el aliento que he estado conteniendo hasta que el camión sale de la propiedad. Resisto el impulso de mirar por debajo de la tela y echar un último vistazo al lugar.

# 𝗣𝗦𝗬𝗖𝗛𝗢 ; 𝐉𝐧𝐤 𝐱 𝐋𝐥𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora