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Mi despertador suena y me despierto con un suspiro.
El edredón está remetido a mi alrededor y me doy cuenta de que es la noche que mejor he dormido en años. Mis gatos están alborotados como siempre y les doy de comer antes de recordar la noche anterior, gruñendo. Enfrentarme hoy a Choi Siwon en el trabajo no será lo ideal, pero al menos tengo a mis amigas, que estarán a mi lado pase lo que pase.
Ya sé que hoy va a ser un infierno, pero nada me prepara para el espectáculo de mierda en el que entro tan pronto como llego al trabajo. Hay autos de policía por todas partes, los oficiales me miran cuando paso junto a ellos. Frunzo el ceño con preocupación. A veces vienen policías, generalmente para tratar con un paciente violento y especialmente difícil. Pero esto parece más que eso, como si algo estuviera seriamente mal.
Camino a la sala de emergencias donde encuentro a una Rosé conmocionada respondiendo preguntas. Se ve pálida como un fantasma, y cuando sus ojos se encuentran con los míos, suspira:
-Oh, gracias a Dios. ¡Ahí está!
Al instante, las cabezas de los tres policías que rodean a mi amiga se giran hacia mí. Mi estómago se aprieta en mil nudos y asiento hacia los oficiales mientras me acerco a mi amiga, apretando su brazo en un intento por consolarla.
-¿Qué está pasando? ¿Va todo bien?
-Oh, Jennie. -Rosie deja escapar un sollozo ahogado-. Yo... ni siquiera sé cómo decirte esto.
-Déjenos hacer nuestro trabajo -sugiere un policía mayor, dándole una mirada firme y haciéndola asentir tímidamente antes de girarse hacia mí-. Señorita Jennie Kim, ¿verdad?
-Sí -respondo con cautela-. ¿Qué está pasando?
-Es el doctor Choi -suelta Rosé, negando con incredulidad-. Siwon, está, está...
-El doctor Choi fue el blanco de un robo anoche -dice el policía con total naturalidad-. Sufrió heridas de arma blanca en el estacionamiento de un restaurante del centro. Antonio's. Desafortunadamente, las heridas fueron fatales.
Mi boca se abre con conmoción y miro entre mi amiga y los policías, tratando de encontrarle sentido a las palabras del policía.
-¿Quiere decir que... ha muerto?
Nadie responde a mi pregunta, las palabras flotando en el aire entre nosotros.
Finalmente, el policía mayor vuelve a hablar.
-Soy el detective Shin, Señorita Kim. Nos gustaría hablar con usted sobre lo que pasó anoche entre usted y el médico fallecido. Como estoy seguro de que sabe, su esposa está muy molesta.
Mi expresión cae al instante, y Rosé y yo repetimos la palabra al unísono.
-¿Esposa?
-Sí. -El detective nos mira a las dos con sorpresa-. ¿No sabían que estaba casado?
