¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La persecución es emocionante.
El debilitamiento de la mente humana, convirtiéndolos en criaturas de supervivencia solo para repetirlo todo de nuevo,no solo es eufórico sino también excitante.
Es un juego del gato y el ratón, o más bien de depredador y presa. La gente no se da cuenta de que están acabados incluso cuando un depredador los sigue.
La adrenalina los mantiene altos y poderosos; les dice cosas que nunca sucederán como que tal vez sobrevivirán, que tal vez la pesadilla terminará.
No lo hará.
La adrenalina es una falsa sensación de esperanza, un último adiós antes de que todo se derrumbe.
La esperanza es así de brutal.
La esperanza es una de las razones por las que la mente humana puede soportar tanta tortura en el lapso de horas o días.
Girando el control remoto en mis dedos, me acerco a donde Pétalo ha desaparecido detrás de los árboles. Si no fuera tan despistada sobre su sensual mundo, se habría dado cuenta de que dejó huellas en la tierra negra.
Sus diminutos pies están grabados en el suelo como delatores y los sigo fácilmente. El rastreo siempre ha sido una de mis actividades divertidas. Los humanos dejan muchos rastros, y es usualmente la razón de su perdición.
He aprendido desde el principio a no ser sorprendida nunca, ni siquiera por mí misma.
Era la única manera de sobrevivir.
El cielo se ha vuelto rojo oscuro y pronto, la noche se apoderará de la tranquila campiña siciliana.
Esta era la casa de mi familia en Italia.
Hay una bodega a lo lejos, es un vasto campo de uvas para el mejor vino producido no solo en Italia, sino en toda Europa.
Pequeñas ráfagas de recuerdos comenzaron a llegar después de la charla que tuve con Enzo Morelli en el camino hacia aquí. Mi padre, Marco Vitallio, se estaba alejando lentamente de la turbia actividad mafiosa y decidió volver a Sicilia para siempre.
Estaba terminando el negocio familiar en los Estados Unidos. Mi madre cantaba alegremente, recordándome que volveríamos a nuestro hogar y a nuestras tierras. Mi nonna me contaba historias sobre mi difunto nonno y cómo amaban la tierra, el aire, la gente.
Esos fueron mis recuerdos más felices.
Hasta que los Kwon los borraron de la faz de la tierra.
Junto con toda mi familia, mi mamá, mi nonna, mi hermanita. Todos se han ido, ¿y mi forma de venganza?
Trabajar para su asesino.
Cierro brevemente los ojos ante la avalancha de emociones y fragmentos de recuerdos.
