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Algo en esa mujer ha despertado un miedo dentro de mí, y se niega a dejar de apretar mi corazón con sus dedos de acero. Espero a la sombra de mi puerta después de que ella se sube al auto, nerviosamente inquieta.
Pasa un momento, pero Lisa no vuelve. En cambio, el auto avanza por la calle y se aleja. Una sensación caliente y exaltada burbujea en mis venas.
Suficiente.
No seré atrapada por sorpresa, preocupándome y pensando qué diablos pasa cada vez que estoy con ella.
Mis uñas se clavan en la carne de mis palmas mientras entro a zancadas. Un escalofrío recorre mi espalda y me obligo a abrir la puerta de mi edificio y entrar. Mis cejas se fruncen con preocupación mientras subo las escaleras, jugando con el dobladillo de mi chaqueta. Había algo realmente extraño en el tipo. Algo que no puedo determinar. O tal vez sea su tatuaje de araña.
En el apartamento, hago mi rutina bien practicada: dar de comer a los gatos, cambiarles el agua y limpiar la caja de arena. Cuando termino, me sirvo una copa de vino rosado barato y me desplomo en el sofá con un profundo suspiro. Enciendo la televisión, esperando que altere el inquietante silencio. Pero no es del todo silencioso… No, hay un leve golpe de algo, como madera contra plástico.
Me levanto y sigo el sonido hasta mi dormitorio. Mis ojos se abren cuando veo que una de las ventanas está abierta, la esquina golpea el cristal de la ventana repetidamente. Nunca dejo las ventanas abiertas cuando me voy al trabajo. Esta no es la mejor zona para vivir y, además, no quiero que los gatos salgan mientras no estoy. Si la hubiera dejado abierta, lo recordaría y habría puesto el seguro. Pero no hay nada ahí ahora. La cadena de seguridad cuelga inútilmente junto a la ventana.
Con una oleada de miedo extendiéndose por mi cuerpo, cierro la ventana y la bloqueo. El susurro del viento se apaga, el ruido sordo de los golpes desaparece, pero todavía siento que escucho algo. Quizás sean mis propios demonios, acechando en las sombras de mi mente y amenazando con volver a salir a la primera oportunidad que les dé. Pero la advertencia está ahí, tácita, pero muy fuerte y clara en mi mente.
Ten cuidado.
Alguien te está observando.
[...]
Paso la noche dando vueltas y vueltas, y me despierto a un día sombrío, brumoso y lluvioso afuera. Mi último pensamiento antes de quedarme dormida fue sobre Lisa.
Mi primer pensamiento cuando me despierto es de Lisa.
Estoy tan increíblemente jodida.
Es mi día libre y pensé que estaría agradecida por el descanso, pero estoy inquieta y aburrida todo el día. Cambio los canales de la televisión, salgo a correr, juego con los gatos y empiezo a leer algunos libros, pero no puedo decidirme por nada. Alrededor del mediodía, decido que no puedo esperar ni un segundo más.
