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Me digo que solo estoy molesta porque no puedo escapar.
Porque, aunque Lisa se fue, Enzo está aquí y me está observando como un halcón.
Lisa salió temprano esta mañana con Angelo, y aunque siempre se va a trabajar, esta vez fue diferente. Uno, parecían tensos. Dos, normalmente regresa para almorzar conmigo.
Hoy no.
Ya es de noche y no hay rastro de ella.
Todo el mundo se niega a decirme a dónde fue Lisa como si fuera un secreto del que no puedo tener conocimiento. Incluso Salli dice que no lo sabe y que estas cosas no son de su incumbencia.
Pensé que la ausencia de Lisa me daría más incentivo para escapar, pero me encuentro junto a la ventana observando si llega un auto o algo así.
Se está haciendo tarde y aun así no puedo dormir. Siento que falta algo. O que está mal.
Me acosté en la cama, pero sin su calor en ella, se siente vacía demasiado vacía.
¿Qué te pasa, Jennie?
Me obligo a ir a la cama y me acuesto; mis manos están cruzadas sobre mi estómago y no dejo de mirar al techo. Las imágenes de cuando Lisa me azotó y luego me folló en esta misma cama me vienen a la memoria.
Dejando que mi mano se acerque a mi cuello, toco el collar y suspiro. Es como si siempre tuviera una parte de ella conmigo en forma de este collar.
Inmediatamente dejo caer mi mano.
Pensamientos felices.
Necesito pensamientos felices.
Hoy, me las arreglé para espiar un camino secundario a través de los campos. Es donde los camiones cargan los suministros y se van. No son granjeros, así que no trabajan para Lisa y su familia, que descubrí que es muy grande por aquí.
Según Salli, la gente considera a los Vitallio sus benefactores, y por eso respetan a Lisa hasta el punto de reverenciarla.
O más bien Alice.
Nadie la llama Lisa aquí. Es o bien Signorina Vitallio o Alice.
Me gusta su otro nombre.
—Alice…—murmuro como si quisiera sentirlo en mi lengua.
Aunque me sigue gustando el hecho de que soy la única que puede llamarla Lisa. Igual que es la única que me llama Pétalo.
Cerrando los ojos, decido que voy a olvidarme de Lisa tan pronto como salga de aquí. Voy a olvidarme de su mano firme y sus besos consumidores y la forma en que hizo realidad todas mis fantasías.
Voy a olvidarme de su malvada lengua y el brillo de sus gélidos ojos o de cómo se siente su grueso cabello bajo mis dedos.
