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Últimos capítulos
Es extraño cómo tus planes pueden fallar o elevarse en cuestión de segundos.
Si miro hacia atrás a los acontecimientos que comenzaron desde ese día que Jiyong me dijo que buscara al heredero de los Kwon, ninguno de los dos imaginó que estaríamos aquí.
Solíamos estar en el mismo campo de batalla, ahora no solo estamos separados sino también listos para destruirnos el uno al otro.
Desde entonces hasta ahora, solo ha habido una constante: mi pequeño Pétalo con sus ojos felinos y sus sonrisas falsas.
Ha vuelto la sonrisa que llega a sus ojos pero no a su corazón, la sonrisa que dice que esconde mucho más de lo que muestra.
Y sí, he estado observando, solo que desde lejos. Soy una adicta, y los adictos necesitan reducir la droga antes de dejarla completamente.
He visto cómo Taeyang la ha convertido en su propia princesa de la mafia, su legado y heredera. He visto cómo se paró frente al espejo y tocó el collar con los dedos.
Me pregunto si piensa en mí tanto como yo en ella, o si tocar su collar se ha convertido en un hábito.
Si hubiera querido quitárselo, podría haber pedido ayuda a su padre y se habría hecho, pero no lo hizo.
Ni siquiera intentó deshacerse de él, incluso cuando escapó, casi como si quisiera que la encontrara con ese collar.
Esta noche, mi pequeño Pétalo y yo tendremos nuestro último y verdadero adiós. Haré que su peor pesadilla se haga realidad, y me odiará por la maldita eternidad.
Está equivocada. No puedo dejarlo ir.
Cada vez que duermo, todo lo que veo son los ojos muertos de mi madre y la sangre empapando su pecho después de que el puto padre, tío y abuelo de Pétalo mataran a todos los que tenía a sangre fría.
Por eso, me convertí en esta persona amargada sin apego, confianza o jodida pertenencia, aparte de ser un perro para el asesino de mi familia.
-¿Lista? -pregunta Enzo a mi lado en el auto.
Los dos llevamos vestimenta elegante para mezclarnos con el resto de la gente en la fiesta de Paolo. Una fiesta en la que presentará a mi pequeño Pétalo como su legítima heredera.
Una fiesta que quemaré hasta los cimientos.
-¿Está Angelo en posición? -inquiero.
-Ya está dentro.
Me abotono la chaqueta cuando salgo del auto.
-Hagamos esto.
Entramos en la casa, mostrando invitaciones falsas que los guardias se creen.
