Cap. 4: Pequeño Enfrentamiento.

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- ¡LO LOGRÉ! - Gritó Remus desde la puerta de entrada de su casa.

Su padrastro y mamá llegaron corriendo de la cocina, claro, su mamá cuidando del hinchado vientre que cargaba consigo. Remus por su parte seguía releyendo la carta de aceptación en Hogwarts mediante una beca que les ayudaría a pagar el costo de inscripción y la colegiatura del colegio. Miró a sus padres y les entregó la carta, su padrastro la tomó rápidamente y su mamá empezó a leerla sobre el hombro de su marido, entonces se cubrió el rostro y soltó un grito de felicidad mientras arrollaba a Lyall, que casi se cae del empujón que le dio y abrazaba a Remus.

- ¡Eso es! - Dijo ella llena de orgullo. Lyall no demoró en correr igual a abrazarlo mientras lo felicitaba.

- Eso merece una buena celebración. - Dijo Lyall con una brillante sonrisa mientras revolvía el cabello de Remus con cariño. - Yo propongo pizza hoy y que te pongas de acuerdo con tus amigos para hacer algo.

- Lyall/ ¿Puedo hacerlo? - Hablaron al mismo tiempo su mamá y Remus. El hombre de cabello castaño se encogió de hombros y sonrió con complicidad a Remus.

- Cariño, nuestro hijo literalmente se mató estudiando para aprobar el examen y conseguir esa beca. Merece pasarla bien con sus amigos antes de entrar a la escuela, claro que primero festeja con nosotros. - Remus estaba seguro que podría saltar de la felicidad en ese momento y miró a su mamá con ojos esperanzados. Seria la primera vez que lo dejarían salir con sus amigos o algo parecido, estaban acostumbrados a que lo más lejos que llegaban para reunirse era visitar las casas de Peter, James o la suya. Sirius no podía llevar a sus amigos a su caso, una regla de sus papás, que eran bastante paranoicos en ceder la entrada de la mansión Black a cualquier extraño, incluso aunque estos sean amigos de su hijo.

Su mamá lo meditó un buen rato e hizo una mueca no muy segura, pero al final terminó rendida a los ojos en suplica de su esposo y de su hijo.

- Que un adulto vaya.

- ¡Yo voy! - Dijo Lyall con una sonrisa, su mamá suspiró en rendición total.

- Bien, llámalos Remus.

Ni bien terminó de hablar y Remus corrió al teléfono de la casa para marcarle a los celulares de sus amigos. Una vez desapareció del lugar, Lyall miró a su mujer.

- Quiero obsequiarle un teléfono. - La mujer se preparó para protestar. - Remus estará lejos y quiero que esté comunicado, cariño. Además ¿Quién envía cartas en pleno siglo veintiuno? - Puso ojos de cachorro y de nuevo un suspiro se escuchó.

- Quiero protegerlo, no mimarlo.

- Y yo quiero comunicarme seguido con él. Siempre ha demostrado ser muy responsable para manejar sus cosas, cuidará de un celular. Además, la que está en peligro de ser mimada es nuestra mini Hope ¿Ya te imaginas a Remus de hermano mayor? La consentirá por todo si ya busca como hacerlo cuando ni ha nacido. - Hope rió por la ocurrencia de su esposo y acarició de nuevo su vientre con cariño. Tenía razón, Remus siempre llegaba cada treinta minutos preguntando "¿Mi hermanita tiene antojos de algo?" O en ocasiones ni si quiera pregunta, simplemente trae la comida. Tenía incluso la ligera sospecha de que lo hacía con un afán de mimarla a ella igual, así que aprovechaba la oportunidad.

- Bien, acepto ambos puntos... Pero mis cachorros no van a ser niños mimados. - Dijo ella en broma mientras reía.

- ¡Dijeron que sí! - Remus llegó corriendo a ellos en el recibidor. - Acordamos en el boliche ¿si se puede?

- Claro. - respondió Lyall con un brillo claro en sus ojos. - Le diremos a Fleamont si puede ir... será la revancha del siglo.

- Mamá ¿Tienes hambre? ¿No quieres comer helado? - Se apresuró a preguntar Remus luego de mirar el reloj y tomar cuentas de la última vez que preguntó. Frunció el ceño cuando sus papás rieron con ganas y su mamá lo abrazó por los hombros.

Bajo la Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora