Cap. 8: Cervatillo adorable.

795 83 30
                                    

Ya habían pasado semanas en la escuela, la rivalidad entre los merodeadores, como James empezó a llamarlos, y los Slytherin estaba peor que nunca, Lily se rindió en ignorarlos para hacerlos entrar en razón, o decirle a Remus que los haga entrar en razón para que dejen de molestarse entre sí, que era igual por Severus. Pero Sirius ya era un poco imparable, que terminó recordando quién era Severus; una amiga cercana de su mamá que tenía negocios de perfumes con la familia Black. Sirius estaba seguro que Snape fue la persona que le dio un pelotazo cuando tenían siete años, y no estaban jugando, según su versión. Cuando contó eso, Remus casi quiso volver a pegarle con una pelota y no tardó en decirle que era una completa tontería que estuviera odiando a Snape por algo que ocurrió cuando eran pequeños. Sirius se negó diciendo que fue una proclamación de guerra eterna, Remus solo asumió que su amigo era un rencoroso y que probablemente la razón del odio sea por la casa, no por la persona. Aun así, Sirius aseguraba que Snape podía ser igual de despreciable que Malfoy, que también hacía de las suyas contra ellos cada vez que podía.

Era viernes cuando ellos decidieron acudir a su clases extra de cuidado de criaturas silvestres, ahí conocieron al guardabosques Hagrid, que era una persona muy buena y amigable, al igual que grande, el hombre medía casi dos metros, pero también tenia un espeso pelo en la barba y cabello, además de una panza grande provocaba que se viera mucho más grande.

Definitivamente se volvió de sus clases favoritas, estar al aire libre, cuidar y jugar con los animales que el colegio acogía era entretenido. Incluso si estaban rodeados de algunos Slytherin's, a los cuatro se les olvidaba por completo las rivalidades por reír y jugar.

Ese día empezaron a alimentar a los ciervos, Hagrid les explicó que estaban tan bien adiestrados y acostumbrados que seguían a cualquiera que les pusiera bayas dulces sin problemas, por lo que no les costó nada llevarlos de regreso al corral con los animales siguiéndoles con atención, ahí fue cuando James los miró con una sonrisa, indicándoles que guardaran las bayas con las que Hagrid alimentaba a los animales. Llenaron sus bolsillos de las bayas, para cuando Hagrid dio por terminada la clase y se retiraron, rodearon a James esperando una explicación.

— Tengo una idea, una muy buena. Nadie saldrá herido pero también es probable el inminente fracaso — Les aclaró.

— ¿Vamos a usar a los ciervos? — Preguntó Sirius con emoción, James asintió.

— No los vamos a liberar, solo quiero usarlos para una sorpresa ¿de acuerdo? — Los tres asintieron con la cabeza — Muy bien, entonces presten atención que este va a ser el plan...

Cuando la noche cayó en la escuela como un velo de oscuridad, cuatro niños se levantaron a las tres de la mañana, justo cuando la última ronda de los prefectos debía estar terminando. Todos tenían suéteres negros, pantalones y gorros del mismo color, el fresco de la madrugada era refrescante y no los acaloraba, en unas bolsas tenían las bayas que usarían, sus linternas y celulares.

— ¿Listos? — Dijo James en un susurro mientras se acercaba a ellos —, Recuerden, cuando salgamos solo nos podemos llamar por nuestros apodos, yo iré al comedor; Remus a Hufflepuff, Sirius a Slytherin y Peter a Ravenclaw, nos veremos en el baño del tercer piso al terminar y cuando todos estemos reunidos regresamos a la sala común ¿Se nos olvida algo?

— ¿Tienen las fotos de los planos con las cámaras? — Preguntó Remus, mostraron sus teléfonos para asegurarse que las fotos fueran adecuadas, una vez seguros asintieron con la cabeza — Andando, entre más rápido mejor.

Se deslizaron en grupo para salirse de la sala común por el castillo. La broma era guiar a los ciervos al interior de la escuela, al día siguiente sería el primer partido de lacrosse de la temporada, así que muchos alumnos despertaran temprano y grata será su sorpresa al encontrar a los animales regados por cada rincón de la escuela. Remus ya se había asegurado que nadie saliera perjudicado, los animales eran demasiado mansos como para hacer daño a los estudiantes o profesores, por suerte Hagrid estaba acompañado de la profesora Sprout, de botánica, así que la culpa no recaería en el guardabosques porque había testigos, pero tampoco en ellos porque a estas alturas ya tenían una idea de cómo despistar las cámaras, además de que sus gorros tenían agujeros para usar de mascaras.

Bajo la Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora