Tantas veces ha caminado por los corredores en las noches, pocas veces solo. Era difícil perderse una vez te acostumbrabas, Remus sobre todo, había llegado a cada parte de la escuela por las noches en los años que ya lleva, estaba completamente seguro de si mismo cada vez que daba un paso a cualquier dirección sin revisar su mapa en el celular.
Ese día fue totalmente la excepción, su mente no estaba al máximo en ese momento, sobre todo porque incontables veces tenía que detenerse para asegurarse que realmente caminaba por el corredor correcto y esquivaba adecuadamente las cámaras de seguridad. Iba concentrado en recordar todos los pasos que había visto con la doctora antes de regresar a Hogwarts, al menos las sesiones donde se permitían tener las platicas directamente relacionadas a su fobia. Tranquilizaba todo el tiempo su respiración para no pensar en lo que pasaría al llegar al invernadero, de tolerar el tiempo que estuviera ahí o de simplemente contener las ganas de golpear a Malfoy para salir corriendo si se volvía demasiado.
Su respiración se volvió mucho más pesada conforme llegaba al lugar y las manos le sudaron cuando estuvo frente a la puerta, que en ese momento se encontraba entreabierta y se veía una tenue luz en el interior. Volvió a dar una bocanada de aire algo intranquilo y de un empujón entró al lugar. Las plantas que los estudiantes veían para sus clases de biología, o las que simplemente se usaban en el club de botánica, estaban alrededor del lugar en diferentes repisas de la pared, el invernadero tenía largas mesas con bancos en donde ellos se sentaban para tomar apuntes de las clases, frente a estas estaba la pizarra blanca y el escritorio de la profesora Sprout. Sobre el escritorio se encontraba sentado Malfoy, luciendo despreocupado con una lampara a su lado mientras veía su celular. El rubio levantó su mirada del regazo y sin expresión alguna lo vio entrar.
— Aquí estoy. — Dijo nervioso, estirando con los dedos las orillas de las mangas de su suéter para intentar secar sus manos.
— Eso puedo ver. — Comentó con sarcasmo el otro y una débil sonrisa. Hizo una seña con su cabeza para que se acerque, Remus tragó duro y terminó de caminar hacía él, alejándose de una distancia que aun le permitía estar en su sitio de comodidad y confort. Se detuvo en seco cuando Malfoy bajó de la mesa, con el ceño fruncido lo vio rodearla mientras abría una caja de madera. — Si te quedas ahí parado nos quedaremos aquí toda la noche.
Remus arqueó una ceja y tomó uno de los bancos que estaba a un lado de las mesas. La colocó del otro lado del escritorio, frente a Malfoy, y observó con detenimiento como sacaba una tela con patrones en blanco y negro, luego piezas de ajedrez blancas y negras. Todo el nervio que sentía quedó olvidado un segundo por la inminente curiosidad de sus acciones. Ahora no estaba muy seguro de qué esperar de la noche...
— ¿Jugaremos ajedrez? — Preguntó curioso, con algo de esperanza brotando en su mente de que su trato se hubiera olvidado por parte del mayor.
— Sí, jugaremos un poco.
— No soy muy bueno.
— ¿Conoces la técnica? — Remus asintió con la cabeza. — Con eso basta, ordena tus piezas.
Remus fue colocando las piezas blancas en orden mirando de reojo al rubio, la lampara apenas servía un poco para iluminar, y con su tenue luz, Malfoy se veía mucho más pálido, le daba un aire espectral que le resultó todavía más curioso a Remus. Terminaron de ordenar las piezas y Malfoy le indicó que moviera primero.
— ¿Por qué jugaremos esto? — Preguntó moviendo uno de los peones al frente.
— Me resulta entretenido jugar ajedrez, despierta todos los sentidos de la mente.
— No para todos. — Comentó Remus divertido cuando el rubio por fin hizo un movimiento con sus piezas. — El ajedrez es estrategia, algunos solo mueven por mover... Eso no es despertar los sentidos.
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Bajo la Luz de Luna
FanfictionRemus Lupin vivió parte de su infancia siendo maltratado por su papá, hasta que su mamá regresó por él para llevárselo a una nueva vida. Producto de las secuelas del maltrato, Remus comienza a detestar que las personas lo toquen, y vive constantemen...