Bajo la Luz de Luna

Cap. 32: Esfuerzo Necesario.

— Serían cinco rebanadas de pastel. — Dijo Remus sobre la barra mientras ignoraba el hecho de que James estaba revoloteando sobre otros panes servidos en el mostrador de las vitrinas. — Dos de chocolate, dos de leche y uno de zanahoria. — Indicó con una sonrisa al hombre que iba seleccionando los pasteles del lugar para servirlos en los contenedores de plástico.

Remus se removió en su buzo rojo deleitándose con el calor reconfortante que había incluso en el interior de la panadería. Las nevadas aun no iniciaban, pero el aire frío de invierno se estaba haciendo presente. Echó una mirada a sus amigos que seguían pegados en el mostrador admirando unas rosquillas con diferentes glaseados, no fue demasiado difícil ver las manos indecisas de Peter por tomar una bandeja o los ojos calculadores de James mientras evaluaba las rosquillas con glaseados exóticos, como las que tenían trozos de galletas o malvaviscos sobre los glaseados.

— Aquí tienes, niño. — Dijo el hombre llamando la atención de Remus.

Le dio el dinero exacto mientras recibía los pasteles en una bolsa de papel y su vaso con chocolate caliente. Remus siempre pedía uno cada vez que entraban al local, el dueño de la panadería estaba tan acostumbrado que solo de verlo levantaba un vaso de plástico indicando que pronto tendría listo el suyo. Una vez le agradeció, se acercó a sus amigos y miró como estos seguían todavía embelesados con los postres.

— Moony, mejor adelántate un poco. Compraremos unas rosquillas. — Aclamó por fin James, cayendo rendido por estas. Peter no lo pensó dos veces en tomar una bandeja y pinzas para escoger sus rosquillas.

El castaño bufó divertido y salió del lugar. Hogsmeade era un pueblo hermoso, entretenido para los estudiantes en todos los aspectos; había bares, algunos sitios para tomar bocadillos, el famoso Honeydukes con los mejores dulces de la faz de la tierra, una librería y otros lugares con servicios diferentes. Pero el más famoso para los mayores, como era el caso ahora de los merodeadores, era las Tres Escobas. Había un menú de dónde escoger ahí, pero lo que más les encantaba a los estudiantes, incluyéndolos, era la cerveza de mantequilla. Sin embargo, otro de los lugares favoritos de los chicos era la panadería, sobre todo porque el dueño se entretenía haciendo los postres más extravagantes que uno pudiera encontrar.

Remus miró las calles abarrotadas, ignorando las risas o miradas de burla hacía su persona, y por lo contrario sonrió con amplitud cuando una alegre Lily se acercó a él junto a Dorcas, quien nuevamente parecía levemente sonrojada de ver a Remus.

— ¿Y los demás? — Preguntó la pelirroja mientras acomodaba sus bolsas de Honeydukes.

— Comprando rosquillas.

— ¡El señor Blake se lució totalmente con las de glaseado de galleta! — Dijo Dorcas con una sonrisa. — ¿Eso vinieron a comprar?

— No, no, al principio solo venimos por los pasteles que comeremos con Sirius. Su cumpleaños es el miércoles y le llevaremos sus regalos por la tarde, o cuando nos deje entrar madame Pomfrey.

— Cierto, Severus dijo que saldrían el viernes. — Confirmó Lily.

— ¿Por qué Pomfrey les dejó mucho tiempo? —  Preguntó Dorcas con el ceño fruncido.

— Cayeron de una escalera, estoy segura que solo quería ser precavida. — Contestó Lily encogiéndose de hombros. No culpaban a la enfermera, al menos no lo hacían los amigos cercanos, después de todo nadie sabe con certeza desde qué escalón cayeron esos dos. Tampoco era muy fiable la palabra de Sirius con decir el número de escaleras que cayeron, y cada vez que le preguntaban a Severus cómo se vio envuelto en el accidente (Porque absolutamente todos eran conscientes que Snape simplemente hubiera visto desde un lugar seguro a Sirius rodar cuesta abajo) no había respuesta. — ¿Irán a las tres escobas, Rem? Frank, Alice y Marlene están ahí. — Lily arqueó una ceja en dirección a Remus, que veía fijamente una tienda al otro lado de la calle. Dorcas y Lily se miraron entre ellas cuando el chico pareció tener un brillo de determinación en los ojos.