Cap. 12: Juguemos a la casita.

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Las veces que se ha tenido que acostumbrar a la escuela terminaron, Remus ya estaba totalmente armonizando con su nuevo entorno y todo lo que concierne. De esa manera cuando inició un nuevo año realmente tuvo la certeza de decir que en realidad no lo tuvo pesado, sus amigos siempre estuvieron ahí para apoyarse mutuamente, y de verdad era divertido para él que fuera de esa manera porque la mayoría de su tiempo estaba enfocado en estudiar, resulta que ser becado en la escuela si tiene un peso mucho mayor al que había interpretado, Lily compartía ese sentimiento con él porque se encontraba en la misma situación. 

Pasaba mucho tiempo con la pelirroja estudiando mientras sus amigos se enfocaban en realizar tan altos y elaborados planes para sus bromas, igual formó una especie de amistad con Severus, que cuando no estaba peleando con Sirius, leían junto al lago compartiendo sus ideas y comentarios sobre lecturas de diferentes tipos. También disfrutaba de la compañía del mismo Snape y Lily cuando sus amigos estaban en un castigo, que hayan aprendido a ser sombras en la noche no quitaba el echo de que hicieran escandalo en el día, y con eso comenzaban a ganarse más de un ojo sobre ellos y no solo el observador y analítico de su profesora. 

Conforme los meses también iban pasando, Remus se dio cuenta que Malfoy los había dejado de molestar definitivamente, teniendo un comportamiento, que Sirius siempre describe de dicha manera, como un rey intocable. James se refería a ello como la amargura solitaria prematura de un hombre que lo tendría todo y al mismo tiempo nada.

Sin falta, Malfoy comenzó a pasar justo a lado de ellos como si no fueran dignos ni de su atención, pero lanzandose con Sirius miradas de odio, lo que para Canuto era una de sus mejores excusas para seguir afirmando que Lucius Malfoy era la peor persona, y de las más despreciables, que conocía. 

Remus prefería observar las conductas en silencio, se decía una y otra vez que era por la necesidad de estar prevenidos cuando volvieran a estar en el blanco de Malfoy, pero en realidad disfrutaba ser un poco más perceptivo con el rubio. Enumeraba las diferencias de ambos, agradeciendo de no ser como él, y encontrando más de una razón para confirmar el odio de Sirius; Lucius Malfoy era una persona arrogante, presumido, orgulloso y terriblemente malo cuando se lo proponía (Aunque a palabras de Severus, la realidad de las serpientes es que su lado venenoso siempre era el peor de todos). Pero lo que más le gustaba de observar las actitudes del "rey", era cuando descubría su lado infantil y Remus podía regodearse en acertar que un niño jamás se iba a comportar del todo como un adulto. Un ejemplo era cuando lo encontraba con su amigo Parkinson, que era igual de odioso, coqueteando con las chicas de otras casas o jugando entre ellos cuando creían que nadie los veía. 

Pero de cierta manera a sus once años podría decir que se encontraba celoso del niño. No, no era por que a sus trece años Malfoy ya tuviera la vida hecha, mucho menos por descender de una familia de alta cuna y de Francia; estaba celoso de que el niño fuera un egocéntrico y narcisista a mucha honra. Remus envidiaba esa capacidad de regodearse por su físico y su persona, en cambio él permanecía siempre fuera del radar, incluso si Sirius, James y Peter le repetían que era el niño más adorable del mundo, Remus solo tenía que quitarse la camisa, y a veces sin evitarlo, la repulsión de él mismo lo invadía. No creía que alguna vez en su vida pudiera pasear abiertamente sin ajustarse el cuello de la camisa, o disfrutar una tarde soleada sin mangas cubriendo sus brazos.

Sí Sirius se entera que Remus envidia esa absurda capacidad de Malfoy para regodearse con su atractivo, seguramente Sirius saltaría por voluntad propia de la torre de astronomía y astrología. Además, estaba seguro de lo que su amigo diría: "Absolutamente inconcebible que alguien como tú piense de esa manera", lo que siempre terminaba alejando sus pensamientos negativos con una sonrisa.

Cuando febrero llegó, Remus estaba prácticamente saltando de felicidad por ver tanto chocolate durante todo el día, James decía que la escuela aprovechaba cada centavo de buena manera, aunque Lily y Marlene se dedicaron a decir que podrían haberlo invertido en otras cosas, pero nadie se detenía a escuchar a las niñas y su extraño enojo por el chocolate.

Bajo la Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora