Cap. 25: Patético.

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Malfoy caminó con prisa por los corredores con la idea de que solo vería que se encuentre bien, luego volvería a irse sin que nadie lo notase.

Apenas Severus le avisó que encontraron a Remus, se empeñó en averiguar el hospital en el que se encontraba, y fue una suerte era uno en el que respetaban a su familia gracias a su padre y sus donaciones continuas.

Cuando llegó al lugar, su camino se vió obstruido por el caos que estaban armando, y por si fuera poco era lo único que necesita para enojarse a un extremo muy desagradable incluso para él. Tenía mucho que no se enojaba a tal punto que fue a exigir que sacaran a todos esos reporteros que importunaban la paz en urgencias, y sobre todo la paz de alguien que, seguramente, no la tenía. Tuvo que llamar a sus padres para informar la situación, inventado que se trataba de uno de sus amigos más preciados, ellos accedieron en dar orden al director para que Remus sea trasladado a uno de los cuartos privados del Hospital. 

Perdió al menos quince minutos cuando le dijeron que el traslado ya estaba echo y que Lupin ya se encontraba en su habitación. Preguntó si se encontraba dormido o despierto, y tuvo que contener toda su frustración en que las enfermeras se pusieran nerviosas por el caos que se estaba generando con médicos, policías y reporteros que eran sacados a la fuerza. Cuando las mujeres por fin se organizaron, le dijeron que se encontraba dormido, así que no perdió mas tiempo en ir a verlo. No podía estar más feliz de que estuviera durmiendo, de esa forma solo echaría un vistazo con mayor seguridad. No podía estar tranquilo hasta saber que no estaba herido, era lo único que quería. 

Cuando llegó al corredor indicado, vio a la Sra. Lupin salir de la habitación e irse por el pasillo contrario a donde estaba la oficina de donde las demás enfermeras se encontraba. Así que, aprovechando que se fue, decidió entrar, ya se las arreglaría si encontraba al papá dentro. No obstante, se quedó helado cuando abrió la puerta y entró. No solo por ver a Remus despierto, que enseguida se giró hacía él y frunció el ceño. Lucius contempló la mejilla morada, el labio partido, el corte en su mandíbula y las gasas blancas en su rostro. Su cuerpo actuó por si solo, pero logró desviar el trayecto de sus pies para terminar frente a la cama del castaño y no junto a él. Su pecho se oprimió ante la necesidad de abrazarlo, envolverlo en sus brazos y no dejarlo ir para que nadie le volviera a lastimar. Ese era un sentimiento totalmente nuevo que no tuvo la oportunidad de evaluar dado que estaba mucho más concentrado mirándolo.

Contempló sus ojos de un color dulce y los motes dorados en los mismos. Aunque Lucius tuviera el rostro en blanco, por dentro su corazón dio un vuelco al verlos. No solo supo lo bien que se sentía tener toda la atención de Lupin para él solo, si no que igual llegó a la conclusión de que estaba increíblemente jodido con sus sentimientos hacía el menor. 

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó Remus, con la urgente necesidad de cubrirse el rostro pero con su orgullo bloqueando toda acción por más que se removiera nervioso. Ya tenía suficiente de ser vulnerable. 

— Vi el alboroto afuera y tenía que revisar lo que pasaba. — Contestó con simpleza. Necesitaba poner sus pensamientos en orden o esto no saldría bien, no podía arriesgarse a decir una estupidez que lo llegara a delatar. 

— ¿Lo viste? — Preguntó con algo de duda mientras sus piernas se contraían hacía su pecho por la incomodidad. 

— No debía ser cómodo tener a todos esos reporteros ahí. — Se apresuró a hablar cuando lo vio inquieto. Remus parpadeó un par de veces y lo miró mientras juntaba sus cejas. 

— ¿Debía? — Repitió con ideas juntándose en su cabeza, no parecía ser una casualidad que Malfoy haya terminado en la habitación donde estaba. — ¿Acaso fuiste tú el que ordenó que me trajeran aquí? 

Bajo la Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora