Cap. 26: Tolerarte Con Chocolates y Perlas.

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Remus no dejaba de reír cuando Hope consiguió salirse corriendo desnuda del baño, su mamá estaba desesperada en atraparla mientras a él le servían su almuerzo. Acaba de regresar de su terapia, para su infortunio nadie le creía en estar bien, no era de juzgar, después de todo él tampoco terminaba de creer en si mismo. Pero con el tiempo límite que tenía para regresar a la escuela, su mamá no quiso arriesgarse en no llevarlo a terapia.

Sus padres estaban al tanto de todo, e incluso tuvieron la idea de hablar con el director Dumbledore para informarle la situación, y el hombre estuvo de acuerdo con ellos en decir que necesitaba entrar un mes después a clases para completar sus terapias adecuadamente y regresar estable a clases para poder incorporarse. Cuando sus padres le dijeron estaban tan aliviados y satisfechos que sencillamente no fueron capaces de ocultarlo, él por su parte solo podía pensar en que si ya había un alboroto en las televisoras por el desastre que causó Greyback, quién aun no daba pistas y se fugó del lugar a penas él escapó, pensar en regresar a clases un mes después que sus compañeros le hacía estremecer. Ya se podía ver siendo la comidilla fresca de toda la escuela. 

— ¡No, Emus! — Gritó Hope para pedir ayuda a su hermano cuando su papá la atrapó en una toalla y la envolvió para llevársela. Remus volvió a reír mientras jugaba un poco con su comida. 

— Remus, asegúrate de comer toda la carne. — Regañó su abuela cuando vio que estaba separando los trozos de carne picada del puré y el resto de los vegetales.

— No planeaba dejarlo. — Contestó con una suave sonrisa mientras terminaba de comer.

— Últimamente no quieres comer carne, necesitas la proteína, escuchaste al médico. — Dijo su mamá llegando para ayudar a limpiar la mesa. 

Remus hizo una mueca mientras seguía comiendo. No tenía hambre, siempre que regresaba de una larga plática con su psicóloga estaba agotado y lo único que quería era encerrarse en su habitación para fingir que estaba en otro mundo en el que solo se dedicaba a flotar a la deriva, estar en un mundo en el que no había un criminal suelto que lo secuestró. Era bueno perderse un poco mientras supiera regresar.

Su mamá se detuvo junto a él y Remus rápidamente se metió un trozo de carne con puré para que no le dijera nada, casi podía verla con la mirada severa esperando que siguiera jugando.
Se distrajo cuando su abuela dejó una cacerola y comenzó a buscar espátulas de repostería del cajón de cubiertos de su mamá. Su instinto no le fallaba, menos al ver los ingredientes en la mesa, sobre todo al ver la manteca de cacao. 

— ¿Harás chocolate, abuela? — Dijo con el tono tan entusiasmado que su abuelo que cruzaba con un vaso de agua soltó unas suaves carcajadas imaginando que en ese momento los ojos de Remus estaban brillando. 

— Eso haré. — Confirmó la mujer colocando una olla en la estufa. — Y estoy pensando seriamente en enseñarte a prepararlo. 

— ¡¿Enserio?! — Dijo mucho más emocionado. 

— Solo si terminas de comer. 

"Mujer astuta" pensó Remus cuando terminó de comer y entregó su plato, su abuela lo miró con una brillante sonrisa satisfecha. Si él era considerado distraído, su abuela era la del ojo afilado de la familia, ella siempre se daba cuenta de cosas que el resto no notaba. Su abuelo decía que era el ojo con el que lo espiaba cuando saludaba a alguna dama en la calle (esa historia nunca terminaba bien por más que Remus disfrute de escucharla). Si había alguien que notara su clara renuencia a comer luego de terapia, seguramente sería su abuela. 

Cumplió su palabra, y Remus término con parte de la mezcla en el rostro porque batió muy fuerte. Así que aunque acabó un poco sucio, el chocolate olía demasiado bien para él y estaba seguro que la cantidad de azúcar añadida le dejaría un sabor delicioso y estable, suficientemente bueno para regalarlo, y sobre todo para que él pueda comer durante tres días seguidos, no estaba seguro de cuánto podría resistir. 

Bajo la Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora