26. Tócame

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Xiao Zhan no pudo decir nada, soltó una pequeña risa llena de sentimientos que no sabía cómo manejar, miró hacia otro lado, no soportó más la mirada pesada de él.

—Wang Yibo, tengo que decirte algo —se puso muy serio, el otro se separó un poco de él para verlo mejor—. No es la primera vez que nos besamos —tuvo que confesar. Pensó que se sorprendería, pero no fue así, al contrario, obtuvo una sonrisa pícara con un toque de nerviosismo.

—Lo sé.

—Pero...

—No estaba ebrio, Zhan Zhan, no lo estaba —le dedicó una mirada significativa tan llena de sentimientos, que el corazón del otro se aceleró peligrosamente.

Su rostro se sonrojó por completo.

—Oh Dios —se llevó ambas manos a la cara, trató de separarse, pero Yibo acortó de nuevo la distancia entre ambos y lo obligó a mirarlo.

—Y aquel beso tampoco fue el primero que compartimos.

—¿Qué? —ahora sí palideció.

—Yo también tengo algo que confesar —se avergonzó un poco—. Zhan Ge, cuando te embriagaste en la cabaña te pregunté si podía besarte, y... —desvió la mirada un segundo antes de volverla a posar sobre él—... y tú me dijiste que sí. ¿No lo recuerdas?

El mayor se llevó una mano a la boca y negó suavemente. Ahora entendía esa sensación de familiaridad cuando sus labios se tocaron.

—No, pero tengo un vago sentimiento de que sí pasó. Pensé que había sido un sueño, pero... ¿Tú me besaste primero?

—Lo hice.

—Oh...

—Bueno, no sé si a eso se le puede llamar un beso —se rascó la nuca—. Además te quedaste dormido mientras te besaba —frunció el ceño.

—¡Lo siento!

—Pero el que tú me diste luego —sonrió de lado, totalmente coqueto—. Fue tan... Xiao Zhan, no tenía idea de que besaras así. Me dejaste con la boca abierta, literalmente.

El aludido no sabía dónde meter su cara por la vergüenza. Tuvo que tomar asiento debido a las emociones del momento, Yibo hizo lo mismo, a su lado.

—No me digas que en verdad no te esperabas esto —inquirió con un poco de tristeza.

Xiao Zhan le dirigió una triste mirada.

—Sinceramente, no —se levantó del sillón y comenzó a caminar alrededor de la sala, frustrado y pasándose las manos por el cabello, no le importó despeinarse.

Yibo lo miraba desde su lugar, preguntándose qué tanto pasaba por su cabeza. ¿Había hecho mal en confesarse?

—Yo... ¡ah! —se revolvió el cabello, estaba muy frustrado.

—¿Qué te angustia tanto? —preguntó Yibo al fin.

—Esto, todo, nosotros.

Yibo sonrió y se puso de pie para ir a detener su loco andar. Se paró frente a él y lo tomó de los brazos.

—¿Nosotros? ¿Eso te angustia? Dime lo que piensas. ¿Qué es lo que sientes? —se veía inseguro.

La mente de Xiao Zhan era un caos y estaba tratando de organizar todas sus ideas.

—Wang Yibo —lo tomó de ambas mejillas, apretándolas—. No me malinterpretes —suspiró, tomó aire y valor para decir lo que tenía en mente—. Debo confesarte que nunca tuve dudas de lo que siento por ti, siempre supe que mi amor era fuerte, pero temía que no fuera así de tu parte, y eso me ha robado el sueño muchas noches —suspiró sin dejar de apretar sus mejillas.

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