71. Volviendo a ti

843 83 21
                                        

A pesar de ser domingo, Xiao Zhan tenía una agenda repleta de compromisos y unas ganas nulas de asistir a ellos.

Mao pasó por él muy temprano, había amanecido hace ya algún rato, pero apenas se veían los primeros rayos del sol colándose en ese cielo nublado de otoño.

—Buenos días —Xiao Zhan se subió al auto y le extendió un termo con café a su amigo guardaespaldas. Su humor era como el de todos los días:

Neutral.

—Buenos... días —lo miró extraño, sentía algo distinto en él—. ¿Cómo te fue con el dentista?

—Bien.

—¿Qué demonios te pasó en el labio?

—Me mordí —se pasó la lengua por su labio inferior.

—¿Tan fuerte? Se ve horrible.

—Estaba anestesiado, no me di cuenta de que me estaba mordiendo, no sentía nada —suspiró.

Mao frunció el ceño.

—¿Qué sucede? —preguntó Xiao Zhan al ver que no arrancaba el auto.

—Te conozco. No sé qué pasa, pero sé que algo sucedió —se talló el mentón con una mano, pensativo—. ¿Supiste algo sobre Yibo?

—¿Hay algo que deba saber? —se alarmó genuinamente.

—No, no —lo miró de reojo, aún sospechando.

Mientras tanto, Yibo apenas despertaba luego de una larga noche de descanso. Estiró su cuerpo bajo las sábanas suaves del hotel y sintió el vacío junto a él. Odiaba amanecer solo en la cama. A diario soñaba que estaba con Xiao Zhan, y solo despertaba para darse cuenta de que su realidad era triste y terrible.

Soltó una patada al colchón y se revolvió en la cama hasta quedar hecho un pequeño taco.

En la noche del día anterior:

La luz se había ido, un extraño tocaba a su puerta, y él fue lo bastante estúpido como para no detenerse a pensarlo dos veces antes de ir y abrir al desconocido.

Su primera reacción fue dar un paso hacia atrás. Ante él había un hombre alto y delgado, vestido completamente de negro. La capucha de su sudadera y el cubre bocas ocultaban por completo su identidad.

Se quedó congelado en su sitio unos segundos, hasta que el extraño dio un paso al frente, entrando a la habitación y cerrando la puerta tras de sí. Yibo estaba aterrorizado.

—¿Así le abres la puerta a todo el mundo, estúpido?

¡Esa voz!

El espanto en el rostro de Yibo fue sustituido por una emoción indescriptible. Acortó la distancia entre el individuo y él, le quitó la capucha y el cubre bocas solo para descubrir ese precioso rostro que no había visto ya en meses.

—Hola, extraño —dijo Xiao Zhan con una sonrisa espléndida, sabía que estaba quebrando muchas reglas y que los estaba poniendo en riesgo.

Yibo no pudo decir nada, con un nudo en la garganta y faltándole el aire, se abalanzó sobre él y lo apretó fuertemente entre sus brazos.

El mayor correspondió con la misma fuerza trituradora y se sorprendió al ver que su amado temblaba.

—¿Cómo estás? —más que un saludo, era una pregunta de verdadera preocupación.

Yibo restregó más su rostro contra el hombro y cuello de su amado. Zhan Zhan supo que estaba llorando cuando lo escuchó sorberse la nariz.

—Bien —respondió luego de unos momentos. Lo tomó por los hombros con sus grandes manos y lo alejó un poco de él para mirarlo mejor a través de la oscuridad—. Estás empapado —se preocupó—. ¿Cómo hiciste para llegar aquí? ¿Y Mao?

NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora