74. Cuarentena

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Como de costumbre, las cosas se volvieron a descontrolar, ahora más que nunca porque la gente comenzaba a salir del clóset, figuras públicas importantes, famosos y no famosos.

La causa parecía noble, pero no era más que terrorífica. Era justamente eso lo que el gobierno no quería, era por eso por lo que los tenían bajo amenaza, para que la homosexualidad que ellos creían peor que el virus no se propagara.

Y volvió a ocurrir lo de hace más de un año: los fans crearon pancartas, pero ahora de manera virtual se encargaron de protestar a favor del amor de Wang Yibo y Xiao Zhan, a favor de los derechos como individuos y como pareja del mismo sexo.

Y es que llevaban mucho tiempo reprimiendo su sentir, sus voces siempre eran calladas. Hacían esto por Wang Yibo y Xiao Zhan, pero también lo hacían por ellos mismos y por todas aquellas parejas del mismo sexo que temían salir a la luz por miedo a las repercusiones.

Los fans casi habían enloquecido al saber todos esos rumores (rumores verídicos) de que el gobierno era quien los mantenía separados. Ellos los defendían a capa y espada, eran fans leales y buenos. No tenían más que intenciones nobles, pero eso no era suficiente, de hecho... era una terrible idea.

El caos aumentó, y las medidas fueron igualmente estrictas para todo aquel que se declarara homosexual.

Para estas alturas todo el mundo estaba seguro de que la supuesta relación entre Xiao Zhan y Wang Yibo era todo, menos "supuesta". Y lo confirmaban cada vez que veían a Yibo al aire, también con la tremenda y llamativa ausencia de Xiao Zhan.

Pero todos aquellos que declararon sus relaciones homosexuales al público no sabían que se estaban echando la soga al cuello, incluso Meng Ziyi se declaró abiertamente homosexual, tenía una relación muy oculta con otra chica. Eso sin duda alguna formó un gran escándalo y sorprendió a todos.

A pesar de que se esperaba que el gobierno tomara acción inmediata en contra de todos ellos, no fue así. Por primera vez estaban más ocupados combatiendo ese virus que se les salía de las manos. El estado se declaró en alerta, implementaron cuarentena total y un toque de queda bastante estricto.

Y entonces fue que sucedió... A pesar de que tenía todo en contra, él vio una oportunidad grande en esa noche oscura y fría de diciembre. Se abrigó correctamente y salió de su departamento tratando de no ser visto por nadie. Se escabulló entre las sombras y caminó dos calles debajo de la suya.

No podía, no quería seguir así. Necesitaba verlo una vez más, asegurarse de que estaba bien. Tenía meses de no verlo en persona ni un segundo, lo necesitaba tanto como el oxígeno que respiraba.

Además, había algo que lo impulsaba con frenesí a no detenerse, era una estupidez lo que lo motivaba, pero no importaba que lo fuera, pues le estaba dando el valor suficiente para hacer aquello.

Llegó a la puerta trasera de esa gran casa, para ello tuvo que saltar un par de bardas y enredarse en unos arbustos espinosos, pero ni siquiera eso lo detuvo. Llamó a la puerta con un ritmo inusual, tocó seis veces con su puño, a ritmo de vals.

Ante eso, la puerta trasera se abrió en un brusco movimiento. Entonces lo vio, con ojos enormes por la sorpresa, con su boca ligeramente abierta y esa expresión invaluable.

—Hola, amor.

Yibo no pudo responder, apenas podía respirar por la impresión. Jaló a Xiao Zhan al interior de su hogar. Lo había reconocido por el golpeteo en la puerta y por su voz, su inconfundible voz. No importaba que estuviera vestido con capas y capas de ropa, que trajera el gorro de su sudadera negra puesto y además su cubrebocas y bufanda. Sabía que era él, olía a él.

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