37. Parecen Casados

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Despertó al sentir un extraño olor inundando su hogar, su nariz se arrugó al percibir cierto aroma intenso. Sus ojos se abrieron enormemente al darse cuenta de que olía a quemado.

—¡No, no, no! —espantado, se levantó de la cama y vio que su amado no estaba a su lado—. ¿Yibo? ¡Yibo! —salió corriendo de su cuarto, aún desnudo.

El pobre estaba muy agitado y un poco adormilado a pesar de sus intentos por espabilarse completamente. Salió corriendo rumbo a la cocina, en donde encontró a su novio portando un delantal y haciendo algo en la estufa.

—¡Yibo! ¡Algo se está quemando y...! —silenció al ver de dónde provenía el olor.

El menor se quedó congelado en su sitio, con sartén en mano y una expresión entre divertida y asombrada. Miró a su novio de pies a cabeza y dejó escapar una risa traviesa entre labios.

—Zhan Ge... ¿Por qué no traes ropa? —preguntó en un tono juguetón y coqueto. Y es que era imposible no hacerlo cuando Xiao Zhan estaba parado a unos metros de él, desnudo de pies a cabeza, con una expresión de espanto a pesar de que su rostro tenía aún marcas de almohada. Era una escena adorable y digna de admirar. Yibo quería comérselo a besos ahí mismo y revolver aún más ese cabello alborotado.

—¿Mh? —se miró a sí mismo—. ¡Ah! —se llevó ambas manos a la entrepierna, avergonzado—. Yibo, ¿qué se está quemando? —preguntó con alarma, quería correr y vestirse, pero su preocupación venció su vergüenza.

—Nada —se puso nervioso.

—Huele a quemado.

—Solo se quemó un poco, pero no pasa nada, no hay peligro.

Sin creerle del todo, se dio media vuelta y caminó con prisa de regreso a su cuarto.

—¡Lindo trasero! —le gritó Yibo desde la cocina cuando ya no lo tuvo a la vista.

—¡Cállate!

El menor se quedó solo, riendo y "cocinando".

Xiao Zhan se tomó su tiempo para ducharse, vestirse y entonces volver a la cocina con su amado, sorprendido al ver lo mucho que se esforzaba para preparar unos simples huevos revueltos y pan tostado con mantequilla.

—¿Por qué te vestiste? ¿No prefieres desayunar desnudo? Me gustas desnudo —bromeó, sin mirarlo porque estaba muy concentrado en su milésimo intento ante la estufa.

Un poco sonrojado, Xiao Zhan le golpeó el brazo con fuerza y no se atrevió a responderle lo que tenía en mente.

—Zhan Zhan, ¿tienes hambre? Ve a sentarte, ya casi está listo.

El mayor vio el desorden en su cocina y sintió ansiedad. Se asomó al fregadero y encontró varios sartenes sucios, con una costra negra que seguramente fueron unos deliciosos huevos revueltos antes de carbonizarse en manos de Wang Yibo. Había cascarones de huevo por todas partes, cosas quemadas también por doquier, y la estufa era ya un desastre embarrado de huevo.

Xiao Zhan comenzó a sentir un poco más de ansiedad al ver su cocina así, pero luego vio el empeño que su novio ponía en ello, y solo pudo sentirse verdaderamente feliz.

—Creo que me terminé todos tus huevos —se avergonzó—. Prometo reponerlos.

Lleno de ternura, Xiao Zhan no dijo nada, caminó hacia su novio y lo tomó de la cabeza antes de atraerlo a él y darle un dulce beso en la frente.

—Te amo —dijo de pronto, sonrojando y descolocando por completo a Yibo—. ¡Se va a quemar! —le dijo al ver que dejó de poner atención en el sartén.

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