25. San Valentín

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No pudo seguir intentando comunicarse con Xiao Zhan, pues ya lo necesitaban de regreso en el set. Eso lo puso de malas, y no logró estar tranquilo hasta que tuvo un receso en su trabajo. Buscó un lugar privado y lo llamó por face time.

Sintió un inmenso alivio al verlo en la pantalla de su teléfono, sano y salvo.

—Zhan Zhan —suspiró aliviado—. ¿Estás bien? Me quedé muy preocupado.

—Lo siento —sonrió de oreja a oreja.

—¿Qué ocurrió?

—Pues... — no podía contener su felicidad.

—¡Dilo!

—Ganamos.

—¿Qué?

—¡Ganamos el caso!

Yibo se llevó ambas manos a la boca, totalmente impresionado.

—¿Cómo fue? ¿Qué te dijeron?

—La abogada logró comprobar que el trato que yo obtenía de la agencia era legalmente incorrecto. Así que ganamos, mi antigua agencia ahora debe pagar una multa para redimir los daños y... —suspiró con una gran y genuina sonrisa—... estoy feliz. Soy libre.

Yibo sintió un calor muy agradable en su corazón. No pudo evitar sonreírle.

—Tenemos que festejar.

—¡Sí! ¿Cuándo regresas de Suiza?

—Me temo que esto se alargará un poco —suspiró.

—¡No te preocupes! Cuando tengas más tiempo podremos reunirnos de nuevo para charlar. Tengo muchas cosas por contarte —sonrió con algo de nerviosismo.

—¿Todo bien?

—Sí. Uhm... es sobre mis padres. Al saber que gané el caso se pusieron muy felices, pero insisten en que ya es tiempo de que busque una esposa.

Yibo hizo una mueca de desacuerdo totalmente exagerada.

—Lo sé, yo puse la misma cara.

—Pero... ¿Por qué? No te pueden forzar.

—No lo hacen —sonrió—. Pero es difícil para mí decirles que no, ¿sabes?

—Entiendo.

—Mejor platícame cómo te va.

—Hay mucho trabajo —miraba hacia la cámara y luego hacia el frente simultáneamente.

—¿Te están hablando?

—Sí, pero no importa, los ignoraré.

—No hagas eso. Ve, después charlaremos.

Yibo suspiró con fastidio.

—Solo quería platicarte esa buena noticia y saber cómo estás. Espero que nos podamos ver pronto.

—Así será —sonrió de lado. Estaba muy feliz por el asunto del caso, pero le preocupaba el hecho de que sus padres lo presionaban aún más para encontrar pareja.

Tenía que tomar cartas en el asunto.

Más tarde en la noche, Yibo recibió otra videollamada de Xiao Zhan.

—Di Di, ¿quién crees que me ofreció trabajo?

—¿Trabajarás de stripper?

—¿Qué? ¡No, idiota! ¡Tu agencia me ofreció trabajo!

—¡Te lo dije! ¿Y aceptaste?

—Por supuesto que sí.

—Seremos compañeros. Espera... ¿Qué haces despierto? Son las tres de la mañana allá contigo.

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