107. You are so beautiful

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Describirlo como el mejor verano de sus vidas se quedaba corto. La felicidad que experimentaban opacaba cualquier rastro de cansancio o insomnio. Los días se iban como agua entre sus dedos. Luego, el otoño los alcanzó en Los Ángeles, y con ello el cumpleaños de Xiao Zhan.

Celebraron en juntos el primer mes de vida de Wang Yu Jie y el cumpleaños número treinta y siete del mayor de la familia.

—¿No tienes sueño? —inquirió, curioso al ver a Xiao Zhan sentado en el jardín trasero con Yu Jie en brazos.

—Un poco, pero no quiero ir a dormir.

—Y al parecer ella tampoco —señaló a su hija, quien miraba el cielo estrellado con los ojos muy abiertos. Se sentó junto a él y le pellizcó una mejilla a la pequeña. Cada día sus mejillas eran más adorables.

—No quiero que el día de hoy termine —admitió con una sonrisa tímida por temor a sonar muy infantil—. He pasado un cumpleaños increíble.

—Muy diferente al anterior —soltó una risa entre dientes.

—Definitivamente —recordó esas noches llenas de pasión en Aspen—. Pero hoy fue... —soltó un suspiro lleno de comodidad—...muy lindo, de verdad muy lindo.

Su cumpleaños había sido único y maravilloso desde el momento en el que abrió los ojos por culpa de Yibo sosteniendo a Yuyu muy cerca de su rostro y tomando una de sus pequeñas manos para palmearle la mejilla diciendo con graciosa voz: "Papá, no seas perezoso y ya levántate. Que sea tu cumpleaños no quiere decir que no me tengas que cambiar el pañal. ¡Levántate ya! ¡Tengo hambre!".

Cuando logró espabilarse abrazó a su hija y la llenó de besos, luego él fue víctima de un ataque de besos por parte de su esposo Wang Yibo. Tomó una ducha rápida, y cuando bajó al comedor descubrió un desayuno sorpresa familiar.

Jamás imaginó que pasaría un cumpleaños tan ameno, tranquilo y feliz. Estaba rodeado de sus seres más preciados, disfrutando de la brisa del mar y de los vestigios de ese aire veraniego retardado que se sentía como una caricia para el alma.

Disfrutaron del hermoso día organizando una "parrillada" en el jardín trasero de la residencia. Wang Yibo le obsequió el privilegio de no cambiar ni un solo pañal y le prometió un poco de "amor" en la noche. Eso emocionó a Xiao Zhan más de lo que se hubiese imaginado.

Pero luego de pasar una tarde entera recibiendo vitamina D y comiendo sin parar, ambos estaban un poco cansados.

Aún con Yuyu en brazos, Xiao Zhan recostó su cabeza sobre el hombro de Yibo y suspiró con plenitud. Sonrió al sentir que su esposo lo rodeaba con un brazo y le hacía tiernas caricias mientras miraban juntos ese hermoso cielo estrellado.

—Oye.

—¿Mnh? —no levantó su cabeza del hombro de su esposo.

—Te amo.

Ahí estaba, su paraíso completo.

La sonrisa de Xiao Zhan se ensanchó y ahora sí se incorporó para besarlo en los labios.

—Yo también te amo, pastelito.

Yibo hizo una exclamación tan graciosa de desacuerdo que su hija se le quedó mirando fijamente.

—¿De nuevo con ese apodo?

—Siempre —soltó una risa cantarina que se llevó el viento.

Estaban tan cómodos con el sonido de las olas y del viento contra las frondosas palmeras, que sentían que podían quedarse ahí toda la noche.

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