Recuperó su consciencia rodeado de una suavidad y calidez tan agradable que no quiso abrir los ojos y romper esa burbuja mágica en la que se sentía, tampoco quiso mover ni un solo músculo, simplemente se quedó ahí, inmóvil y disfrutando de esa maravillosa calidez.
Pero no podía quedarse así por siempre.
Pronto su mente comenzó a traerle recuerdos de lo sucedido la noche anterior, entonces su corazón se aceleró. ¿En verdad había pasado?
Sí, solo le bastó intentar moverse un poco para sentir cómo todo su cuerpo dolía horrorosamente. Ni siquiera haciendo ejercicio había terminado tan mal. Sin embargo, estaba tan lleno de dicha que flotaría fuera de su cuerpo, de no ser por un brazo posesivo que se anclaba alrededor de su cintura desde atrás.
Sonrió como un bobo y al fin abrió los ojos, entrecerrándolos de inmediato al sentir que la luz lo cegaba. Frunció la nariz y se giró en la cama sin imaginar el agudo dolor que sentiría especialmente en su trasero y en sus caderas. Ahogó un grito y se aferró a lo primero que encontró: su novio. Ahí descubrió que él ya estaba despierto, y quién sabe desde cuándo, pues se veía bastante espabilado. Notó su expresión de culpabilidad y el corazón se le apachurró un poco.
—¿Duele mucho? —extendió una mano para acariciarle el rostro, rozando esas marcas de almohada que tenía en la mitad de su cara.
—Venus —le dijo con una sonrisa a modo de saludo. Su voz salió más ronca y rasposa de lo que imaginó—. Buenos días.
Yibo se desconcertó un momento por el nombre, pero terminó sonriendo al recordar viejos tiempos.
—Tonto —le pellizcó la nariz—. No me cambies de tema.
Xiao Zhan suspiró pesadamente y dijo:
—Estoy bien —susurró mientras cerraba los ojos y rozaba su nariz con la de Yibo en un dulce beso esquimal. Eso enterneció tanto a Yibo que lo rodeó con sus brazos y lo atrajo a su cuerpo, arrastrándolo bajo los mullidos edredones que los cubrían hasta el cuello, hacía bastante frío.
—¿Dónde duele? —preguntó en medio del abrazo.
—No me hagas decirlo —soltó una risa nerviosa.
Yibo suspiró.
—Lo siento, me sobrepasé.
Sí, para haber sido su primera vez, se desempeñó muy bien en la segunda mitad del acto.
—Está bien, no duele tanto —lo consoló, dándole cariños en el rostro.
—Te quejabas entre sueños —suspiró—. No me mientas.
Xiao Zhan se frustró.
—Ok, sí, me duele—rio—. Pero yo me metí en esto, así que no te sientas mal. ¿Entendido?
—¿Tienes hambre? ¿Quieres que te traiga algo de comer?
Xiao Zhan lo meditó unos segundos antes de negar con la cabeza.
—¿Nos podemos quedar aquí un poco más? —pidió con verdadera necesidad, no se quería mover, tenía miedo de hacerlo y descubrir cuánto más dolía.
—Sí, todo lo que quieras —no sabía cómo complacerlo, lo que quisiera, se lo daría.
—Abrázame —estiró un brazo de Yibo hacia él.
Con una sonrisa preciosa, el menor lo rodeó con más fuerza. Los dos se estremecieron al sentir cómo sus cuerpos desnudos rozaban su piel una contra la otra. Tan suave, tan cálida.
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Nosotros
أدب الهواة"¿Por qué 'Nosotros'? Porque es lo único que queda cuando hacemos a un lado la fama, las multitudes, las competencias, programas y presentaciones. Somos lo verdadero, lo que queda cuando apagas la luz antes de ir a la cama, lo que tocamos cuando no...