54. Corazón Débil

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—¿Ya lo quitaste? —casi sollozó.

—Ya, lo juro —tomó sus manos y las retiró de su rostro, estaba helado—. Dios, estás tan pálido —comenzó a preocuparse—. ¿Estás bien? —le preguntó al ver que estaba temblando y que su respiración no se normalizaba.

Solo había sido un susto, ¿no?

Yibo se sentó correctamente en el sillón y trató de controlar su respiración, pero el malestar lo asaltó y no pudo ocultar su molestia. Se llevó una mano al pecho, justo sobre el corazón.

—Yibo —se espantó—. ¿Qué sucede?

Él negó con la cabeza, pero no hablaba. Estaba tan pálido que asustaba.

—Estás sudando frío —notó al tocar su frente—. Dios mío, esto no está bien —se espantó—. Te llevaré al hospital —la sangre se le fue hasta los pies cuando Yibo asintió en medio de una mueca de dolor, sus ojos estaban entrecerrados y sus labios muy apretados.

Debido a la adrenalina del momento lo tomó en brazos como si fuera lo más ligero y se lo llevó al auto. Sentía que el corazón se le saldría del pecho ante la preocupación. Condujo lo más rápido posible hacia el hospital más cercano, mirando de reojo a su novio en todo momento. El pobre iba en completo silencio, cada vez más pálido y poco a poco iba perdiendo la conciencia.

—Yibo... —lo llamó, pero no respondió—. ¡Wang Yibo!

Logró que abriera los ojos y se espabilara un poco.

—Resiste, casi llegamos al hospital —puso una mano sobre su muslo y se concentró en conducir más rápido de lo permitido. No podía creer que eso estaba pasando. Es decir, estaban doblando la ropa y... de pronto eso sucedió.

Xiao Zhan llegó con el auto a la entrada de urgencias, los guardias que estaban ahí se acercaron preguntando si necesitaban una silla de ruedas, pero cuando vieron al joven inconsciente en el asiento del copiloto ni siquiera se detuvieron a esperar una respuesta.

Lo ingresaron a urgencias y Xiao Zhan se moría de la angustia porque lo mandaron a dejar su auto en otra parte que no fuera la entrada. Lo acomodó en el primer sitio que encontró y literalmente corrió al interior del hospital, donde ya estaban atendiendo a su amado. Al ver que venía con él, le preguntaron lo que había sucedido, asimismo los antecedentes y datos del paciente.

El pobre de Xiao Zhan se mantuvo todo lo cuerdo que pudo, su prometido necesitaba de él en esos momentos.

—¿Por qué sigue inconsciente? ¿Por qué no despierta? —preguntó al mirar por encima del hombro del médico que le hacía preguntas, detrás de él estaban revisando a Yibo en uno de los cubículos de emergencias.

—Está en buenas manos, no se preocupe por su amigo. Necesito que me describa detalladamente los sucesos. ¿Cómo empezó su malestar? ¿Cuánto tiempo tardaron en llegar al hospital?

Reuniendo todo su autocontrol, Xiao Zhan respondió rápidamente a cada pregunta hasta que no hubo más y lo mandaron a la sala de espera a pesar de que él intentó y casi suplicó poder quedarse ahí.

Sentía una impotencia terrible y un miedo tan profundo que en su garganta se formó un nudo que no permitió se deshiciera, no quería llorar. Yibo era el que estaba ahí dentro, no él.

Estaba tan sumido en sus pensamientos y en sus ruegos al cielo para que Yibo estuviera bien, que no se percató de la gente a su alrededor que comenzaba a murmurar cosas, apuntándolo disimuladamente y sacando sus teléfonos celulares para documentar aquello.

Lo habían reconocido.

Ajenos al sufrimiento que estaba atravesando, esos fans que lo reconocieron se acercaron con disimulo a él para fotografiarlo y grabarlo como si Xiao Zhan no fuese capaz de ver que lo hacían. Él estaba tan sumergido en su situación que no le prestó atención a lo que ocurría, hasta que los sintió demasiado cerca. De pronto ya había un pequeño círculo de personas rodeándolo con sus celulares en alto. Para cuando le prestó la suficiente atención ya era demasiado tarde. Las fotos de él en ese hospital ya habían sido publicadas y compartidas en cientos de grupos virtuales.

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