11. ¡Despierta, Ge Ge!

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Al día siguiente Yibo llegó temprano a casa de Zhan Zhan, siguió la dirección que le mandó y llegó a un departamento ubicado en un barrio muy hermoso y exclusivo, en realidad parecía una casa, pues tenía el tamaño de una. Cuando se acercó más y cruzó el pequeño jardín delantero, descubrió con gran sorpresa que era un departamento dúplex. Todo eso era de Xiao Zhan. Definitivamente no parecía solo un departamento.

Llegó a la puerta y se quedó ahí parado durante unos momentos, nervioso, y mirando a su alrededor. Estaba conociendo el entorno en el que habitaba su amigo.

Cuando al fin se decidió a tocar, fue la madre de Xiao Zhan quien le abrió la puerta y lo recibió.

—Lamento molestar —saludó y se inclinó educadamente ante ella.

—No eres ninguna molestia —sonrió y correspondió el saludo—. Por favor, entra.

—¿Xiao Zhan ya despertó?

—Aún no, pero no he querido cortar su descanso.

Yibo asintió, sí, era lo mejor.

—Ven, desayuna con nosotros mientras lo esperamos —se tomó la confianza de enrollar su brazo alrededor del de Yibo para llevarlo a la mesa.

Sonrojado y con el corazón acelerado, Yibo siguió a la señora y se sentó a la mesa junto con el padre de Xiao Zhan, quien leía el periódico y bebía café tranquilamente. El señor lo saludó con un gesto y una leve inclinación de cabeza antes de seguir leyendo. Lo primero que pensó Yibo fue que sí parecía un señor muy serio y gruñón. Era como ver a Xiao Zhan, pero mucho mayor y con apariencia de ser malhumorado.

Trató de no verse tan tenso sentado junto a él, pero no podía evitar sentirse nervioso, y ni siquiera sabía el motivo.

—¿Quieres café? —preguntó amablemente la señora Xiao, pero Yibo estaba bastante perdido mirando todo a su alrededor, el lugar era muy bonito, entraba luz por todas partes y las paredes claras hacían ver el lugar más amplio todavía—. ¿Yibo?

—Oh. Sí, sí. Lo siento —se avergonzó un poco. Estaba tan nervioso que, por un momento, olvidó que no tomaba café.

Sin apartar la vista del periódico, el padre de Xiao Zhan soltó una ligera risa antes de beber de su café. Eso solo logró crisparle más los nervios. ¿Qué estaría pensando el señor?

El tiempo se le pasó tan lento, que deseó que Xiao Zhan despertara ya. No era que le incomodaran los padres de su amigo, sino que él siempre había sido reservado y tímido con gente que apenas conocía, y estar sentado con ellos le ponía los nervios de punta. No quería causarles una mala impresión, así que mejor evitaba hablar para no terminar diciendo algo inapropiado.

Afortunadamente la señora Xiao salió al rescate y le preguntó el motivo de su visita tan temprano. Eso le dio la oportunidad a Yibo de continuar una conversación que no supo cómo iniciar.

Charlaron hasta que llegó el mediodía, la hora del acuerdo.

Los señores le indicaron dónde estaba el dormitorio de su hijo y lo dejaron aventurarse a ese departamento nuevo para él.

Mientras Yibo subía las escaleras y caminaba por los pasillos, iba pensando en lo bonito que era el lugar. Era un departamento cálido, pero elegante y sofisticado. Muy propio de Xiao Zhan.

Llegó a su alcoba y tocó la puerta ligeramente con los nudillos, pero no obtuvo respuesta.

—¿Zhan Ge? —preguntó en voz baja, pero no escuchó ruido alguno, así que abrió un poco la puerta—. Voy a entrar —advirtió.

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