19. Senderismo

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Entró sin tocar y lo vio inquieto en su cama.

Había hecho el suficiente ruido con la puerta como para que el pobre se despertara de un salto. Al ver esto, Xiao Zhan encendió la luz.

—Pesadillas —dijo de inmediato, agitado y pasándose una mano por su frente perlada por el sudor. Ya estaba sentado en el borde de la cama, tratando de recuperar el aliento.

—¿Zombies? —preguntó con algo de culpa, aún bajo el marco de la puerta.

Yibo asintió.

El corazón de Xiao Zhan se llenó de ternura. No le dijo nada, caminó hasta la cama, se metió en ella y le hizo compañía. Se había acostado al otro extremo, dándole la espalda, pero sabía que con eso bastaría para que las pesadillas se disiparan.

Totalmente agradecido, Yibo suspiró con un alivio inmenso. Se moría de ganas por agradecerle y abrazarlo por tan noble acción, pues vaya que había tenido una pesadilla horrible. Pero no le dijo nada, se volvió a acomodar en la cama dándole la espalda también y suspiró antes de que su voz sonara con suavidad.

—Recuerda que doy patadas mientras duermo.

Xiao Zhan recordó cuáles eran esas "patadas" y sonrió a pesar de que el otro no lo veía.

—Puedo vivir con ellas —se reacomodó hasta encontrar una posición cómoda—. Si te da frío puedes acercarte un poco.

—¡No te voy a abrazar! —exclamó casi escandalizado, como si no hubiesen pasado ya por eso.

—De acuerdo —eso sonó más como un "Sí, ajá. Lo que tú digas".

Ninguno dijo más. Esa noche Yibo terminó abrazado a Xiao Zhan, como aquella primera vez. Y Xiao Zhan se lo permitió, incluso se atrevió a regresarle el gesto y además a acariciarlo tal como cuando estaban en el sofá. Ese chico era bastante especial para él.

A la mañana siguiente Xiao Zhan despertó primero, sin una pizca de sueño antes del amanecer. Yibo seguía aferrado a él, le encantó sentirlo tan cerca al despertar, pero ahora no sabía cómo zafarse, pues necesitaba ir al baño con urgencia.

No fue fácil, pero logró salir de la cama sin despertarlo, lo arropó con cariño y hasta le dio un beso en la frente antes de salir. Aguantó sus ganas de reír al ver cómo fruncía el ceño ante el gesto.

Xiao Zhan fue al baño, hizo sus necesidades, se bañó y se lavó los dientes; todo eso mientras el dormilón de Yibo seguía como piedra en la cama. Luego de ducharse fue a la habitación del menor y rio al ver que seguía en la misma posición en la que lo había dejado.

Decidido a despertarlo de una vez por todas, se sentó en el borde de la cama.

—Wang Yibo —murmuró en un tono muy bajo, esperaba que con eso despertara, pero no fue así—. Bo Di —canturreó.

Pero el aludido seguía durmiendo como piedra.

Xiao Zhan se sintió culpable al querer despertarlo. Fue entonces que reparó en lo cansado que debía estar, pues Yibo no había dejado de trabajar durante todas esas semanas, sin mencionar que vivía con la constante preocupación de no saber si Xiao Zhan estaba bien o enfermo. Todo eso era agotador.

Pero aun así lo iba a levantar, no quería que se hiciera tarde.

—Yibo —le pellizcó una mejilla—. Es hora de levantarse.

—Mhn... déjame —le golpeó la mano que le estiraba la mejilla.

—Levántate.

—No.

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