99. Tiempo a solas

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—Nos quedaremos aquí el resto del día, pasen por nosotros a las ocho de la noche —lo dudó unos segundos—. No, ¿sabes qué? Mejor esperen nuestra llamada.

—Entendido. ¿Y si preguntan por ustedes?

—No les digan donde estamos.

—¿Y si Mao pregunta?

Yibo suspiró.

—Bien, a él sí. Pero dile que no queremos que nos molesten.

El guardaespaldas asintió y se fue.

Yibo cerró la puerta principal de la suite y volvió a la recámara.

Su corazón dio un vuelco de felicidad al verlo ahí frente a él, tan hermoso... tan inalcanzable incluso durmiendo.

Las sábanas revueltas dejaban expuestas algunas partes de su anatomía. Estaba acostado bocabajo, con la mitad de su rostro en la almohada y los brazos debajo de esta. Una de sus largas piernas estaba extendida, mientras que la otra la tenía flexionada en una posición muy cómoda. La manta cubría solo lo necesario, pues debajo de ella no había ni una sola prenda.

Sus hombros, espalda y cintura estaban expuestos al igual que sus piernas.

Wang Yibo se recargó contra el marco de la puerta y metió las manos a los bolsillos de su bata. Soltó un largo suspiro. Que afortunado era.

Sintió mariposas en el estómago al recordar todo lo que había sucedido hace nueve años. Le causaba ternura que su esposo se preocupara tanto por esa situación, y lo entendía, pero él realmente no creía que aquel suceso fuese algo malo, pues en ese entonces ya estaba tremendamente enamorado de Xiao Zhan.

Lo único que quería era ser correspondido. Se había hartado de ser rechazado de manera indirecta tantas veces, porque eso sí, en más de una ocasión Xiao Zhan le recalcó que todo lo que pasaba en el set cuando las cámaras dejaban de filmar, no era más que influencia de su mimetismo con el personaje, e intentaba que Yibo creyera que le sucedía lo mismo.

Pero no. Wang Yibo estaba muy seguro de que sus sentimientos provenían de él mismo, y no de Lan Wangji. Lo sabía bien porque él ya había sentido atracción por Xiao Zhan desde que lo vio por primera vez en Day Day Up años atrás. Pero eso no se lo podía decir, no tenía el suficiente valor para exponer sus propios sentimientos de esa manera.

Y al no recibir un rechazo directo, se hizo el que no entendía y siguió insistiendo con Xiao Zhan.

A veces le nacían unas inmensas ganas de tomarlo por los hombros y zarandearlo hasta hacerle entender que no estaba siendo influenciado por su personaje de Lan Wangji, ¡no! Él amaba a Xiao Zhan, no a Wei Wuxian, lo amaba a él.

¿Pero cómo le diría eso sin terminar humillado por sus propios sentimientos no correspondidos?

No había sido fácil, y esa noche del banquete había obtenido el valor que necesitaba gracias al tequila.

Bendito tequila.

¿O no?

Ya no sabía qué pensar. Pocas veces había visto a su esposo llorar como lo hizo horas atrás.

Si tan solo supiera lo que significó esa noche para él. Si tan solo supiera la infinidad de veces que ya lo había desnudado en su mente antes de ese suceso. Si tan solo lo supiera, no se habría sentido tan miserable consigo mismo.

Xiao Zhan no tenía idea de las veces que se lo comió con la mirada, de las fantasías, de esa atracción sexual tan fuerte que le causó desde los primeros días de grabación.

¿Y cómo no iba a caer a sus pies? Xiao Zhan era atrevido, pero sensato; divertido, pero maduro. Además, siempre olía muy, pero muy bien. Eso sin mencionar sus encantos físicos. La producción y algunos estilistas le pidieron que bajara de peso o al menos que se mantuviera en el que ya estaba, pero eso le pareció injusto a Wang Yibo, él ya era perfecto así como estaba, y hasta se atrevía a admitir que si engordaba un poco se vería aún mejor.

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