40. Unidos en Cuerpo y Alma

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Desde que puso un pie en la cabaña, Wang Yibo se encargó de revisar que todo el lugar estuviera en orden y listo para la llegada de su amado que sería en un par de días. A pesar de que la cabaña estaba aseada y ordenada, se puso a limpiar de todas formas, aspiró cada rincón y acomodó casi obsesivamente las cosas. Estaba ansioso y bastante feliz al mismo tiempo, pues estaba cumpliendo la promesa que se hizo meses atrás, la promesa de que cuando volviese ahí, ya tendría una relación con el amor de su vida.

Así era Wang Yibo, siempre cumplía sus metas.

Se aseguró también de que el jacuzzi estuviera en óptimas condiciones, pues claro que lo iban a usar, y esta vez no permitiría que su novio entrara ahí con ropa.

Cuando desempacó sus cosas, sacó un par de cajas de condones que traía consigo, junto con un lubricante muy bueno que le habían recomendado.

Tragó en seco al ver esos objetos, de pronto se sintió algo cohibido y un poco más nervioso. Se quedó pensativo unos momentos antes de guardar las cosas en el cajón de su buró.

Tanto Xiao Zhan como Yibo se habían preparado lo suficiente para dar ese gran paso en su relación. Los dos habían investigado. Yibo fue aconsejado por un amigo bastante cercano, eso lo hizo sentirse más seguro y tranquilo. En cambio, el pobre Zhan Zhan no tuvo tanta suerte, tuvo que recurrir a un viejo amigo de la universidad que salió del clóset cuando ambos cursaban clases juntos. En ese entonces fueron muy cercanos, y Xiao Zhan descubrió que su amistad seguía intacta a pesar de los años, pues con una gran emoción lo felicitó por animarse a amar a pesar de las circunstancias, con gusto le dio toda la información necesaria y unos cuantos consejos que le servirían a la hora del acto.

Xiao Zhan estaba muy avergonzado al recibir toda esa información de un viejo amigo, más que nada por el hecho de que tuvo que confesarle su relación con un chico.

—¿Puedo preguntarte quién es el afortunado? —inquirió el chico con una linda sonrisa—. Estoy casi seguro de que es Wang Yibo, pero prefiero asegurarme.

Las mejillas de Xiao Zhan se colorearon de un tierno rosa.

—Lo es. A-Kou, por favor —suspiró—. No le digas esto a nadie —pidió con verdadera preocupación.

—¡Por supuesto que no! —si estuviera hablando con él frente a frente y no a través de una video llamada, ya le habría golpeado la espalda como tenía por costumbre—. Sé mejor que nadie lo que es vivir ocultando una relación, llevo siete años así —suspiró y sonrió—. Pero ha valido la pena. Y ahora saber que tú también eres feliz al lado de tu ser amado me hace muy feliz —sonrió genuinamente—. Zhan Zhan, gracias por confiarme esto, sé que no nos hemos visto en mucho tiempo, pero sigues siendo un amigo muy especial para mí, me apoyaste en los momentos más difíciles. Así que... si necesitas algo, no dudes en acudir a mí. Por lo pronto te mandaré un mensaje con unos cuantos enlaces —comenzó a enviarlos—. Ahí encontrarás toda la información que te dije, estúdiala antes de ponerla en práctica.

—A-Kou —se asombró con su amabilidad, pensó que después de no hablar en años las cosas serían diferentes entre ellos, se sintió muy feliz al ver que no era así—. Muchas gracias, en verdad.

—Esto no es gratis, Zhan Zhan —rio—. A cambio dime algo —comenzó a hablar en voz baja—. Dime. Tú serás el top, ¿verdad?

Las mejillas de Xiao Zhan se tiñeron de un rojo intenso.

—Porque siempre te imaginé como uno, no podría verte de otra forma —se llevó un dedo a los labios, reflexivo.

—¡¿Siempre me imaginaste así?! —se exaltó.

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