39. Sesenta y nueve

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Era sábado, día de terminar de acoplar la nueva casa de Yibo. Habían terminado de pintar algunos detalles y ahora solo se dedicaban a desempacar y acomodar todo en su lugar. Yibo era muy bueno en ello, guardaba todo con rapidez y eficacia, pero Xiao Zhan... bueno, él se detenía a ver cada cosa novedosa que se encontraba en las cajas.

—¿Dónde quieres que deje esto? —preguntó Xiao Zhan, cargando un par de cajas.

—¡Hey! Eso pesa mucho —se apresuró a ayudarlo, pero entonces vio que en verdad a su novio no le causaba ninguna molestia.

—Yo lo llevo —no permitió que lo ayudara.

—Está bien, señor fuerza —se burló—. Déjalas en nuestra habitación.

Xiao Zhan alzó una ceja.

—¿Nuestra?

—La habitación principal, es la nuestra —señaló la planta de arriba sin mirarlo, pues estaba más ocupado desempacando cajas, pero lo había dicho de una forma tan natural que el corazón de Xiao Zhan se regocijó con esas simples palabras.

El mayor asintió con una dulce sonrisa antes de subir las escaleras rumbo a ese amplio cuarto.

Para cuando Yibo terminó de desempacar todo y de acomodar el resto de las cosas de la casa, Xiao Zhan seguía ordenando aún el cuarto de "ambos". Había muchas cosas interesantes en esas cajas.

—Zhan Zhan, ya solo falta... ¿Qué estás haciendo? —aguantó las ganas de reír cuando entró al cuarto y lo vio con un sombrero chistoso, unos lentes de sol y una bufanda fea.

—Estoy desempacando —dijo, mientras estaba sentado en el suelo, rodeado de cajas y mirando un viejo álbum de fotos—. ¿Eres tú de bebé? —preguntó, señalando la foto.

—Sí, soy yo —rio y se sentó junto a él sobre el piso de duela.

—Esos cachetes... Yibo, toda tu cara eran solo mejillas.

—Ya lo sé —le arrebató el álbum y lo miró una vez más de arriba abajo—. ¿Te estás poniendo todo lo que te encuentras en las cajas?

Ambos se quedaron en silencio unos segundos, Yibo esperando una respuesta y Xiao Zhan algo avergonzado, pero supo ocultar muy bien su pena, encogiéndose de hombros y sonriendo tiernamente.

No podía evitarlo, le gustaba ver cada cosa que se encontraba.

—Zhan Zhan, a este paso nunca terminaremos de desempacar —le quitó el sombrero, la bufanda y los lentes—. Te ves muy gracioso.

—Pero solo faltan estas cajas —señaló a su alrededor.

—Y llevas dos horas desempacando solo esas cajas. Anda, terminemos ya —lo ayudó a levantarse del piso y así ambos desempacaron con rapidez. Yibo no le permitía quedarse mucho rato mirando las cosas que se encontraba como viejos álbumes de fotos o...

—¡Lo trajiste! —se emocionó al encontrar a ese conejo de peluche que le regaló cuando estaba en el hospital.

—Es mi favorito, por supuesto que sí.

—Pensé que lo habrías dejado en tu departamento de Shanghái —lo acercó a su rostro y se dio cuenta de que olía a Yibo—. No me digas que dormías con él.

—Claro que sí —admitió sin ninguna vergüenza mientras jalaba el nuevo colchón hacia la base de la que sería su cama. Era bastante pesado, pues era de tamaño queen.

Xiao Zhan de inmediato lo ayudó y acomodaron el colchón en su lugar, pusieron un par de sábanas y...

—¿Qué haces? —rio al sentir cómo su novio lo estampaba contra la cama.

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