⏮ ⏯ ⏭ C. Tangana - Antes de morirme feat. Rosalía

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Tan pronto como salí del garaje del edificio de la empresa, luego de que los guardias de seguridad de la salida restringida al piso de la presidencia me autorizará con una amable sonrisa, tomé a la izquierda para tomar el camino que me llevaría a la panadería donde habíamos pedido una deliciosa tarta de chocolate.

María estaría muy contenta con la sorpresa que le habíamos preparado entre todos nosotros, al final del turno de este martes. Presionaba y movía con curiosidad todos esos botones que estaban distribuidos en el lujoso panel, bastante distraída, esperando que el semáforo se pusiera verde y que finalmente pudiera seguir.

Por eso, cuando un golpe en el vidrio de la ventanilla a mi lado sonó fuerte por todo el auto, me asusté mucho y salté del asiento, golpeándome la cabeza contra el techo. Pensé que mi corazón me saldría por la boca con el susto que me causó, pero cuando volví la cara para ver el motivo del ruido, la bilis se me subió a la garganta y fue con gran sacrificio que logré controlarme para no vomitar. Sin poder detenerme para asimilar todo lo que pasaba a mi alrededor, junto con esos gritos y maldiciones que me dirigían, vi que una motocicleta venía a gran velocidad contra la calle y frenó en seco en el costado del auto, al lado de la puerta del pasajero.

De repente me di cuenta de lo que estaba pasando. Y entonces todo se detuvo, el tiempo se detuvo y también mis músculos, todos ellos, que no obedecieron ninguna de esas órdenes gritadas y malditas de que abriera la puerta del auto, de lo contrario me dispararían en la cabeza y me volarían los sesos por todos los lados.

¿Estaba pasando esto realmente o era una maldita pesadilla?

¿Y qué estaba pasando realmente? ¿... por qué no podía reaccionar?

Estaba probando la suerte de morir allí mismo, por algo que ni siquiera sabía que era, porque no podía reaccionar. Es que eso nunca me había pasado en la vida. Nuestra ciudad no era exactamente una ciudad violenta, podíamos caminar libremente casi sin importar la hora que fuera, siempre y cuando supiéramos a dónde ir. Además que nunca he tenido nada que nadie pudiera estar interesado en robar, nada más que cualquier otra persona.

Un último golpe con el cañón de una pistola que reconocí, de juegos que jugaba de adolescente, como un R15 en la ventana de mi costado y un AK 47 apuntando hacia mí, del otro lado del auto, me hizo reaccionar en un pánico totalmente calmado que estaba experimentando.

-¡Es la última vez que lo hablo, perra! ¡Abre esa puta puerta o te mato aquí mismo! - el hombre a mi lado de la ventanilla, tatuado, calvo, muy grande y con la cara más enferma que había visto en mi vida, me gritó por última vez y finalmente pude entender claramente una frase de todo lo que me estaba diciendo.

-Oye, oye... ¡no te acerques si no quieres morir también, maldita sea! - El que estaba montado en la motocicleta, detrás del hombre que conducía, gritó al mismo tiempo a alguien afuera del auto.

-Vuelve, vuelve ... Vamos, fils de pute, abre esta mierda, que estamos perdiendo la paciencia, putain - Entonces lo hice, abrí la puerta y el pasajero de la motocicleta, que era el que tenía la pistola, se subió al asiento.

-Así es, zorra. Ahora acelera con esa mierd, ve, acelera - Y como si no pudiera ver nada más frente a mí, y con la pistola apuntándome, puse mi pie en el acelerador.

"Vosotros, según lo acordado", les gritó a los otros compinches.

- ¡Vamos, salgamos de aquí ahora! - abofeteó el cuerpo del auto, mientras tomaba una velocidad que no sabía que un auto podría alcanzar en pocos segundos.

Cuando repito ese momento en mi memoria todo va a cámara lenta, pero no deben haber pasado más de 30 segundos entre que me rinden y me voy de ahí quemando el asfalto.

Sentiment Ètrange - Las canciones que te hacen en mi | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora