Sentiment Ètrange - Las canciones que te hacen en mi | ALBALIA

LO QUE BEBÍ POR TI

Llegué a la empresa muy temprano para preparar todo para mi presentación. Estaba muy nerviosa, ni siquiera creo que tenga que decirlo. Mis próximos pasos dependerían totalmente de la aprobación de mi idea, que debo confesar fue un poco audaz. Alba ya me estaba esperando en la sala de reuniones cuando ya tenía todo listo, junto a Damien, Sabela y algunas otras personas que también estarían en el proyecto. Logré desarrollar y explicar exactamente cuál era mi idea para esa campaña que consistía en la inclusión, ya que era un producto cosmético donde los anuncios siempre se enfocan en el público femenino y si no, separan cosas para los hombres. Mi idea giraba en torno a algo hecho para cualquiera que quisiera usarlo sin ser un producto "destinado a él" o "destinado a ella". Y aunque no fuera del agrado de los presentes, me alegré de cómo defendí mi idea, y eso me bastó en ese momento, sabiendo que di lo mejor de mí. Pero aparentemente a todos les gustó, al menos eso es lo que me hicieron saber.

Al final, Alba y los demás me felicitaron y aprobaron ser parte del equipo. Finalmente me incorporaría a la empresa para trabajar en producción. Mientras el personal todavía me felicitaba y hablábamos de todo el proceso que comenzaría a partir de ahí, Marta entró en la sala para llamar a Alba, alguien la estaba esperando en su oficina. Luego volvió a la presidencia y Marta también vino a felicitarme. Yo era la felicidad en persona y mis amigos también parecían tan felices como yo. Como ya era la hora de comer, salimos de allí para pasar junto a María, Vicky y Marilia para compartir la noticia y bajamos todos a comer algo y festejar. Todavía estaba tratando de asimilarlo todo, estaba explotando por dentro y creo que se notaba bastante por fuera. Brindamos con refrescos mientras hablábamos sobre cómo las cosas serían diferentes para mí a partir de ese momento. Perdimos un poco la noción del tiempo, pero pronto terminamos y cada uno volvió a sus deberes. Después de todo, la semana laboral recién comenzaba. Marta fue a hacer algo al despacho de Vicky y yo, que estaba muy emocionada y no había tenido tiempo de hablar directamente con Alba ese día, corrí a la presidencia.

Quería hablar sobre cómo iría todo y, por supuesto, cómo no, quería hablar con ella de forma más íntima. Agradecerla por creer en mí y darme esa oportunidad, y además, no sé, solo quería estar cerca en ese momento tan feliz. No sé, para mí tenía sentido compartir un momento así con ella, de una forma más cercana. Llegué a la presidencia, llamé dos veces a la puerta, como siempre, y entré sin esperar respuesta. Siempre lo hacíamos, era costumbre. Pero a veces hay que cambiar las costumbres, y lo descubrí en ese momento.

Tan pronto como entré, la escena que estaba presente frente a mis ojos me tomó tan por sorpresa que me quedé paralizada. Apoyada en la mesa estaba Miriam, y frente a ella, Alba de espaldas a la puerta, con los brazos de esa mujer alrededor de su cintura. Se estaban besando. Alba giró su cuerpo para mirar en mi dirección y nuestras miradas se encontraron.

— Lo... lo siento lo siento... — dije apresuradamente, en cuanto mi cerebro logró reaccionar — No sabía que estabas ocupada, Alba.

— ¿Ella siempre viene así a tu oficina? — Escuché a Miriam, mientras Alba se soltaba de sus brazos y se alejaba.

— Ella es mi asistente, tiene pleno permiso para eso.

Tenía un tono totalmente frío, en marcado contraste con la escena que vi cuando entré allí y de la que ahora comenzaba a darme cuenta. La miré inquisitivamente durante unos segundos, ignorando la presencia de la otra. No lo podía creer. Ella apartó sus ojos de los míos y caminó alrededor de la mesa para sentarse en su silla.

— ¿Querías algo, Natalia? — continuó tan pronto como se sentó.

—Sí, sí... — Carraspeé. —... quería hablarte del proyecto y de lo que pasará ahora. Ya sabes, cómo va a funcionar todo... y... — Estaba haciendo un gran esfuerzo para mantenerme tranquila.