⏮ ⏯ ⏭ Fuentes de Ortiz - Natalia Lacunza | UNA EXISTECIA PARALELA

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Me desperté sintiendo un ligero peso en mi cuerpo y antes de abrir los ojos sonreí mucho. Podía acostumbrarme muy fácilmente a despertarme todos los días así, sintiendo ese cuerpo cálido pegado al mío, oliendo ese aroma único en el mundo y sintiendo ese aliento tranquilo contra la piel sensible de mi cuello. De hecho, desde la primera vez que estuve con Alba, sentí que habría cosas que fácilmente me harían adicta y me unirían a ella, y que poco podía hacer para escapar. En medio de mis pensamientos y recuerdos felices, algo me despertó por completo haciéndome abrir los ojos lentamente, una punzada de dolor que parecía que me iba a romperme la muñeca. Probablemente apenas nos habíamos movido desde que dormimos, no tenía idea de qué hora era, pero mi cuerpo estaba descansado, así que pensé que había dormido mucho, y mi brazo probablemente quedó debajo de su cuerpo durante todas esas horas. Sí, esa debía ser la razón del dolor.

Nada más abrirlos me encontré con ese rostro bello y soñoliento, con un semblante que reflejaba paz, diferente a lo que era normalmente. Alba solía estar alerta, distante, seria, en una pose de mando, desagradable cuando proponía, observadora. Rara vez veía su rostro tan relajado como en ese momento. De hecho, creo que estaba cada vez más abierta a mostrar su verdadera forma. Y ahora mismo, el hecho de que estaba durmiendo, sin control sobre su pose, lo hacía mucho más fácil de ver debajo de todo, al fin no tenía control. Allí era solo una mujer durmiendo relajada en los brazos de otra mujer... brazo. Y por cierto, coño, qué pinche dolor es ese.

Volví a prestar atención al dolor tan pronto como noté algo parecido a un pellizco agudo en la mano que había sido inmovilizada. En realidad sí que estaba debajo del cuerpo de la rubia, así que necesitaba hacer algo pero no quería despertarla, estaba durmiendo tan tranquilamente que sería un puto pecado hacerlo. Así que usando mis trucos ninja logré sacarla de allí sin despertarla y también levantarme sin que ella se moviera en lo más mínimo. O yo era muy buena en eso o Alba tenía el sueño muy pesado.

Fui al baño, ya que además del dolor tenía muchas ganas de mear. Entré sin encender la luz, como de costumbre, y en cuanto terminé fui a prestar atención a lo que tanto dolía. Cerré la puerta del baño y encendí la luz. Mi habitación tenía una cortina que realmente oscurecía todo el lugar y sin la luz no se podía ver mucho. Tan pronto como miré mi mano entendí, había vuelto a hincharse como los primeros días en que la lastimé. No podía mover mis dedos sin sentir mucho dolor, y en ese momento me maldije por quitarme la férula el día anterior, eso probablemente me daría un gran dolor de cabeza.

Rápidamente tomé la medicación que estaba allí, sabía que pronto surtirían efecto y dejaría de doler tanto, luego podría salir a preparar el desayuno para la rubia, o el almuerzo, no sabía qué hora era exactamente. Y tan pronto como despertará todo estaría listo, supuse que tenía hambre, pero decidí cepillarme los dientes primero para no arriesgarme a matarla con mi aliento matutino.

No sé si me tomó demasiado tiempo o si fue la luz que entraba por las rendijas de la puerta lo que la despertó, pero justo cuando estaba terminando abrió y apareció por la puerta con la cara arrugada por la almohada. Su cabello estaba despeinado, al igual que el mío, y unos hermosos rizos caían sobre su rostro, formados por haber dormido con el medio mojado. Estaba guapísima, como podía. No importa con qué cara estuviera, siempre se veía hermosa. Sus ojos estaban prácticamente cerrados y se detuvo en la puerta del baño.


—¿Te desperté? Lo siento — le pregunté con la boca llena de pasta de dientes y saliva, haciendo que la mitad cayera al fregadero. Ella rió.

—La verdad no. Me desperté porque fui a tocarte, buscando tu hermoso y delicioso culo, pero tu cuerpecito no estaba ahí — se cruzó de brazos e hizo una mueca de picardía. Su voz sonó tan ronca que sentí una punzada de excitación.

Sentiment Ètrange - Las canciones que te hacen en mi | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora