⏮ ⏯ ⏭ Alba Reche - Sargento de Hierro (Morgan)

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Me desperté con un sabor amargo, áspero en la boca, y un gran vacío en el pecho. Una nada. Tan grande como mi deseo de levantarme de la cama esta mañana, mis células ya parecían no querer funcionar correctamente, y lo sentía en cada respiración. Reflejos de mi vida ahora, dividida en un antes y un después, resultado de aquella despedida que aún me arañaba la piel, y sabía que me seguiría quemando las heridas por mucho, mucho tiempo. Domingo, un día que de por sí ya es amargo, una mañana fría, sin haber dormido una mierda pensando en cómo cambiaría mi vida a partir de entonces, y me sintiendo fatigada. Estaba hecha añicos y una gran parte de mí me la habían quitado, ya no me pertenecía por completo.

Hay días en que lo único que necesitas es soltar, es ir a la mitad de la calle, la avenida principal de la ciudad y gritar. Gritar que el amor de tu vida se ha ido en un sábado cualquiera cuando el mundo sigue girando y siendo el mundo, aunque el tuyo esté hecho pedazos, flemático. Y cuando no nos permitimos tanta locura, el grito se queda cruzado contra el pecho. Y ahí estaba yo, en medio de un cigarrillo con mi segundo café doble, cuando sonó mi timbre, lo cual era extraño porque no esperaba a nadie. Aunque en el fondo algo me hizo creer, tal vez mis ganas de verla una vez más, que podía ser Alba.



— ¿Qué haces tú aquí?

— Creo que tenemos que hablar. — Vi súplica en sus ojos y estaba demasiado cansada para responder, discutir, ya no tenía la energía para eso, así que solo suspiré y entré a mi casa, dejando la puerta abierta para que ella hiciera lo que quisiera.

— ¿Está todo bien? — me preguntó dudosa cuando llegamos al balcón, donde había vuelto a fumar mi cigarrillo y a mi café. La miré seriamente y pude ver el miedo en sus ojos, antes de volver a mirar el cielo negro, deslucido frente a mí.

"Sabes que nada está bien, Ana. ¿Qué es lo qué quieres?" dije después de soltar el humo.

— Ya sabes lo que pasó... — Bueno, sabía que eso no había sido una pregunta, así que tomé otro sorbo de mi café que ya estaba más que frío.

— ¿Te lo dijo ella? — preguntó sentada en la silla frente a mí, pero yo no podía mirarla. No quería echarle toda la culpa a ella y sabía que si la miraba demasiado lo haría.

— No exactamente... — Respondí después de reunir fuerzas y suspirar en voz alta. — Y, sinceramente, no tengo la cabeza para hablar de eso ahora mismo. No sé exactamente a qué viniste aquí, pero...

— ¡Tengo que explicarte!

— ¿Explica qué? — Me permití, ahora mirarla, pero no pude por mucho tiempo. — Solo somos amigas, y como tal, no hay explicaciones con quién te quedas o follas.

— Pero es que... es Alba...— entonces sentí como con una simple mención, la sangre me hirvió.

"Sí, es Alba, y sabes lo que significa para mí..." Apreté la mandíbula. —... ¿por qué?

— No quería que fuera así, Natalia, te lo juro... — Intentó estirar la mano para tocarme, pero yo la retiré rápido ante cualquier contacto.

—... es solo... que... la rabia, el resentimiento... — Suspiró y miró hacia un lado, y aunque yo no la miraba sabía que lágrimas caían de sus ojos.

"... el resentimiento de nunca haber sido yo, siempre haber sido ella."

— También fue la bebida... fue todo eso junto, ahí, actuando en mi cuerpo, en mis sentimientos, hablando por mí... Estas no son buenas excusas pero sabes bien que el alcohol y yo nunca fuimos muy buenos compañeros. — soltó una risa amarga que me hizo mirarla. Estaba siendo honesta después de todos estos meses de huir de esta conversación.

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⏰ Última actualización: Jul 28, 2023 ⏰

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Sentiment Ètrange - Las canciones que te hacen en mi | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora