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Salí de la oficina medio fuera de mí. Marta desde su escritorio me preguntó algo sobre la ropa que tendríamos que comprar para la fiesta, pero no pude prestar mucha atención a lo que decía, me pasaban demasiadas cosas por la cabeza al mismo tiempo, aceleradamente. Comenzaba a sospechar que mi jefa pensaba que el viernes era el día de lío con la nueva asistente, tenía que ser eso. Primero follamos en su oficina, ahora me dice que voy a cenar con ella esta noche, esa mujer era de un descaro absurdo.


El día estuvo muy ajetreado, tal como lo habíamos imaginado. Alba me dio algunas tareas más y cuando terminé ayudé a Marta con algunas de sus cosas porque la pobre estaba abarrotada de cosas que hacer y en teoría eso me impediría parar a pensar, claro que no funcionó para nada.

Entre una cosa y otra, hice la reserva en un restaurante muy caro al que no tendría otra  oportunidad de ir, porque tenía prioridades e hipotecar mi auto para pagar la cuenta de un restaurante de pijos no era uno de ellos. Una vez había ido con una exnovia de epoca de la universidad, que por cierto era forrada y solo por eso ese momento fue posible. Recordé que era un lugar hermoso, la costa del mar. El ambiente era muy discreto y chic, así que pensé que podría ser una buena opción y que a Alba le gustaría.

Estuve ansiosa todo el día, no podía ser diferente. No sabía si se suponía que debía regresar a casa para cambiarme o si íbamos directamente del trabajo, pero cómo hizo la cita cerca de la hora en que salíamos en los días más pesados, imaginé que iríamos directamente. Solo podía imaginarlo, porque ella misma no dijo nada más sobre la tal cena, y no tuve el corazón para preguntar, era demasiado rara a veces, nunca sabía qué esperar.

Cada vez que me llamaba a su oficina me estremecía, pensaba en lo que había hecho la semana anterior y en cómo no lo esperaba para nada, y automáticamente me ponía nerviosa. Tenía miedo de lo que pudiera hacer esta noche, y tenía aún más miedo de estar deseosa por averiguarlo. De hecho, creo que en el fondo estaba anhelante por alguna actitud suya, fuera lo que fuera. Así que, cada media hora necesitaba recordar mi mantra personal "está casada, es mi jefa, es millonaria", pero eso solo me dejaba más alterada. En conclusión, pasé todo el día imaginando para qué y cómo sería la cena.

A las diez para las siete de la tarde, Alba vino a nuestra oficina.

— Marta, ya puedes irte.

— ¿Sí? — La morena palmeó el aire y su rostro se iluminó, parecía una niña feliz.

Alba soltó una carcajada que solo pude oír. Me perdí la escena al mirar a Marta mientras se reía, y me maldije por ello. Ella nunca se reía, por una vez que lo hacía, me lo perdí. 

— Sí, puedes irte.

Ahora que la estaba mirando, se puso seria y completó.

— Natalia, espera un momento y ya te hablaré — Y volvió a su sala.

Esperamos a que cerrara la puerta en silencio.

— Me voy de aquí corriendo, antes de que se arrepienta — la morena cogió algunas cosas de la mesa y se las metió en el bolso a toda prisa, como si realmente necesitara escapar. Marta era una figura a veces.

— Vaya, hoy nos hizo sudar a la gorda... tú entonces... — me miró.

— Coño, ni me lo recuerdes — Puse los ojos en blanco.

— ¿Sabes si ella tiene algún compromiso o se va a cenar con alguien hoy? — Terminó de poner las últimas cosas y cerrándolo me miró ptra vez. ahora más pendiente. — Ha pasado un tiempo ya que no me pide que reserve nada como siempre lo hace...

Sentiment Ètrange - Las canciones que te hacen en mi | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora