Sentiment Ètrange - Las canciones que te hacen en mi | ALBALIA

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Me desperté algo aturdida por el intercomunicador que sonaba insistentemente en el fondo de mis sueños. Alicia siempre hacía lo mismo, salía de mi casa después de una escena idiota y, luego volvia arrepentida como si nada hubiera pasado. Ya estaba acostumbrada a esa rutina, aunque en ese momento no tenía ganas de recibir a nadie. Liberé la entrada, abrí la puerta principal y volví a la cama. Realmente no estaba de humor para darle la bienvenida, o hacer planes, ni nada por el estilo. Escuché que la puerta de la sala se cerraba de golpe y pasos acercándose, así que me senté en la cama esperando a que entrara y comenzará con su discurso habitual, pero el rostro que apareció por la rendija de la puerta me sobresaltó de la sorpresa.

La cara de la rubia más atractiva que jamás había visto en mi vida fue la que apareció por ahí. Las mismas huellas armoniosas con las que estaba soñando hasta 5 minutos antes, así que dudé por un segundo si todavía era parte de uno. Pero esos ojos no eran parte de un sueño, por más realistas que estos solían ser para mí.

Esos ojos de miel al amanecer, que brillaban como la miel más dulce recién producida impecablemente por las abejas más talentosas de la colmena, estaban realmente a unos pocos metros de mí. Y ellos, junto con su boca, me sonrían, haciéndome cambiar totalmente mi pensamiento de que no estaba de humor para recibir a nadie.

Ella estaba hermosa. Ella siempre estaba hermosa. Creo que ya lo sabéis, ya no hace falta ese tipo de comentarios, aunque sí, me parece totalmente válido que los destaque siempre que lo sea posible.

Llevaba jeans ajustados y una remera blanca que dejaba parte de su abdomen al descubierto. Abrió una sonrisa aún más hermosa cuando vio que me detuve para mirarla entera, y cómo no pude reaccionar después de eso. Si ya estaba un poco aturdida por el sueño, definitivamente lo estaba más aún ahora por tanta belleza y presencia.

— Perdón por el descaro... — empezó a hablar, terminando de abrir la puerta y apoyándose contra el marco.

"... No sabía si había alguien aquí contigo y entré... pero la puerta estaba abierta" Se encogió de hombros, señalando algo detrás de ella.

— Alba... — finalmente logré hablar, todavía mostrando lo conmocionada que estaba.

— Qué sorpresa... tú... — Traté de recomponerme, sacudiendo la cabeza para aclarar los pensamientos.

— Sí... Sí que no hay problema — Resté importancia. La culpa no tenía ella, yo sí que había sido imprudente, habiéndolo abierto sin preguntar quién era, asumiendo que era Alicia.

—... no me imaginaba verte por aquí.

— Sí. Me pareció extraño que lo hubiera abierto sin decir nada.

— Estaba tan atontada por el sueño que ni siquiera... pensé... asumí que era otra persona... — Carraspeé y elegí no continuar y ella se dio cuenta, así que miró hacia la cama.

— Veo que te desperté, ¿verdad? Lo siento.

— Sí, pero no hay problema... Terminaría despertándome en medio de la noche y no podría dormir más después... así que, todo bien — le sonreí.

— ¿Duermes todo el día?

— No... después de que Alicia se fue y terminé de resolver algunos asuntos... ya sabes... terminé acostándome para descansar los pensamientos.

"Hmm" Asintió y apartó la mirada de la mía de nuevo. —... Entiendo.

— Pero entonces, ¿a qué le debo el honor de esta visita? — pregunté en un tono ligero, mientras hacía una reverencia para cambiar el rumbo de la conversación.