⏮ ⏯ ⏭ Marina Reche - Dos Extraños

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No sé qué estoy haciendo mal... siempre me cuesta quedar.




Comenzaba otra semana laboral en que Alba y yo prácticamente no nos veíamos mucho más que para los 'buenos días' siempre a primera hora, y en algún que otro encuentro puntual. Estábamos todos muy ocupados en todos los sectores. y en la creación y en sus negociaciones, aún más.

Con los 'fans' y las revistas encima, tratábamos de evitar en lo posible que nos vieran juntas por las calles y en los conciertos que daba, que ahora eran más constantes, empezando a pasar casi todos los fines de semana a algunos entre semana por la noche también.

Y lo hicimos por mi carrera, por su carrera, por la descripción que siempre mantuvo celosamente, y principalmente por el bien de nuestra relación que de alguna manera todavía tratábamos de mantener por buen camino. Raro eran los fines de semana que pasaba a dejarme un beso, un abrazo y desearme buena suerte, cuando todavía estábamos todos tras bambalinas, pero sí que lo pasaba.


Todo el grupo me acompañaba cuando estaban libres, eran como mi equipo. Unos me ayudaban a maquillarme, otros me ayudaban a arreglar la escenografía, los instrumentos, la mesa del equipo, a conseguir vestuario en alianza con tiendas y estilistas... siendo como mis managers. Ellos eran los que solían tratar con la gente de producción en los lugares en los que iba a tocar cuando yo estaba en la empresa y uno de ellos estaba libre, generalmente era Miki, organizando los ensayos antes del concierto. Esto sin ganar ni pedir nada más que mi eterna gratitud y siempre una noche loca de fiesta después de que terminara el bolo. Estuve y estoy hasta el día de hoy muy agradecida a todos ellos por todo lo que hicieron por mí.


Al final, ya era normal que Alba ya casi no estuviera, conmigo, con nosotras. Pero a veces aparecía por sorpresa, como en este sábado cuando vino a saludarnos y luego se fue a una reunión. Una reunión de negocios por la noche en un fin de semana, sí. Todo esto, tal como lo había predicho, realmente se había salido completamente de control, y no podía ver cómo todo podría volver a la normalidad, al menos no pronto, no hasta al menos el próximo año tal vez, y dependía de mí tratar de ser paciente. Pero déjenme decirles una cosa: paciencia y Natalia Lacunza en la misma frase siempre chocan.


Era mucho tiempo para soportar, mucho tiempo para vivir así. Y por mucho que trataba de superarlo y entender que no había otra salida, había algo que martilleaba dentro, abriendo una pequeña fisura que ya dejaba entrever que quizás, al poco tiempo, no alcanzaría a arreglar. Así que hice todo lo posible por no pensar demasiado en ello, ocupando mi tiempo tanto como pude con el trabajo, la música, las fiestas, la bebida y los compis. Sabía que ella estaba trabajando el doble para conseguir todas las cosas que se había propuesto, y parecía que estaba a punto de conseguir lo que tanto ansiaba, pero ¿a qué precio? Estaba segura de que poco después ella querría más, porque aunque no lo decía, su deseo por victoria y venganza era claro. Parecía que quería ganar, destruir al Sr. Martínez a toda costa. Se había convertido casi en su fijación, y cada vez se parecía más a él de lo que podía ver y admitir. En momentos sospechaba que lo que me había dicho sobre su conversación debía haber sido mucho peor de lo que realmente me hizo parecer, pero no hablamos más de ello. Diría que, en general, ya no teníamos tanto tiempo para largas conversaciones. Pero no es como que hubiera culpa por ello, las cosas estaban pasando como tenían que pasar. La vida es así.


Bueno, después de unas semanas enteras de casi no poder hablarnos directamente aparte de unas llamadas y mensajes rápidos, por todo lo que ya les he contado, el lunes, tras el último concierto del domingo que por fin pudo ver entre bastidores junto a Marta, María y África que no querían dejarla sola para ir al público como siempre hacían, y luego de que nos fuimos de fiesta todos. ahora, más descansadas, de buen humor y felices las dos, antes de terminar el turno fue a mi oficina a decirme que por algún milagro divino esa tarde no tenia mas reuniones y finalmente podríamos salir temprano para hacer algo juntas. Aparentemente, las cosas iban a empezar a relajarse y pronto seríamos más libres para volver poco a poco a ser lo que éramos antes, realmente no sabía el por qué, porque no la dejé hablar mucho, antes de jalarla por el cintura para devorar su boca, tal como lo había hecho toda la noche anterior, antes de separarnos porque si dormíamos juntas, no despertaríamos lo suficientemente bien para ir a trabajar.

Sentiment Ètrange - Las canciones que te hacen en mi | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora