Sentiment Ètrange - Las canciones que te hacen en mi | ALBALIA

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Miró en su dirección y todo lo que veo es un borrón en la distancia que contrasta con estas enormes luces a mi alrededor que me están cegando. Sé que el borrón es ella porque nunca podría confundir su forma, sus curvas, su andar y el sonido de su risa con el de nadie más, incluso si estuviera completamente borracha. Y yo estaba completamente borracha.

La vi hablando por teléfono, probablemente con la novia, me reí amargamente negándolo... Después de todo lo que hicimos dentro de esa oficina y de todas las sensaciones y marcas que dejó en mi piel, marcas que la volvieron a grabar en mí. Aunque nunca se haya borrado. Ni siquiera mínimamente he perdido la forma de su impresión. Y esa libido, esa lubricidad... ese afán que aún corría por mis sentidos, mi cuerpo... como si aún me tocara.

Ella siempre me folló magistralmente. me mecías, acababas conmigo en la cama, el en sexo... de las mejores maneras posibles. Estuve con muchas mujeres en mi vida, muchas... pero ella era diferente, siempre lo fue. Fue la única que me hizo sentir esta cosa... esta cosa extraña... la gente lo decía amor... No sé, nunca había sentido algo así antes.

Aunque... bueno...

No sé exactamente cuándo me di cuenta... pero cuando te vi sentada en esa sala nada más cruzar la puerta, en un día que pensé que me pasaría como cualquier otro, común y corriente, y mis ojos te alcanzaron, supe que eras tú. Nunca creí en pasión o amor a primera vista y, de hecho, no creo que eso fue lo que sucedió allí. Ninguna de esas cosas que la gente cuenta en los cuentos de hadas y en los libros románticos genéricos de una manera tan superficial lo alcanza describirlo. Sino... Bien... creo, creo que fue más bien como una conexión de almas que deberían encontrarse porque sí. Porque estaban en sus destinos ya trazados... Porque en muchas otras vidas ya se habían pertenecido antes y, jurando que se encontrarían una y otra vez, estaban allí sólo cumpliendo el compromiso de nunca perderse.

Con eso lo que te cuento ahora, si me preguntas si para entonces creía en ello, la respuesta es un gran 'claro que no'. Diría apenas que sólo sabía que eras tú. Que eras tú quien sería alguien para mí. Eso suena egoísta y arrogante, ¿no? Pues sí, y es que tal vez sí lo fue. Es que en ese momento solo pensaba en mí.

Pero cuando tus ojos se encontraron con los míos y sentí el café de tus pupilas acariciar mi alma, supe, casi de inmediato y con certeza, que eras tú. Aunque detrás de esa inmensidad de puntitos negros, que podía adivinar desde la distancia, hubiera incertidumbres y miedos dirigidos hacia mí, no tenía dudas, sabía que eras tú.

Y me producía cierta aprensión verme reflejada en ese nerviosismo tuyo... aunque nunca antes me había importado verlo en los ojos de ninguna otra persona. No quería que esa fuera tu primera impresión de mí, pero así era... soy yo. Tuve que repetirme incansablemente durante mucho tiempo que yo era esa persona, hasta convertirme en esta especie de monstruo insensible al que todos temen.

Aunque después de ese día, el que te vi por primera vez, sentí que se abría una pequeña grieta en mi coraza, provocada por la intensidad de su presencia y la grandeza que imprimía su solo estar. Y tuve curiosidad, y también tuve miedo. Pero el interés habló más fuerte, mucho más alto. No sé si fueron tus ojos, pero creo que podría serlo. Nunca nadie me había mirado de esa manera. Tu mirada siempre fue como un abrazo reconfortante después de una noche llena de lágrimas... y aún ni sabías de mis noches.

...

Siempre escucho de la gente lo hermosos que son mis ojos, pero la verdad es que deben ser mucho más hermosos cuando te miro a tí. Desde que te vi por primera vez, ha sido como si encajaran y estuvieran hechos para admirarte siempre que sea posible.

Creo que en los primeros días debiste tenerme miedo, probablemente te parecí una acosadora, una depravada... Pero ¡Joder! ¿Quién puede tener a Natalia Lacunza a su frente y no perderse en la magnitud de su belleza? Es que eres guapísima, tía. Y es muy fácil perderse en sus facciones, en su cuerpo, en sus gestos y manierismos torpes ya veces tan fluidos y envolventes...