Subasta

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—Y ahora, permítanme que les presente a la preciosa Camila.

Oh, no... esa soy yo. Nerviosa, miro de reojo a Taylor, que me empuja al centro del escenario. Afortunadamente no me caigo, pero quedo expuesta a la vista de todo el mundo, terriblemente avergonzada. Cuando miro a Lauren, me sonríe satisfecha. Cabrona...

—La preciosa Camila toca seis instrumentos musicales, habla mandarín con fluidez y le encanta el yoga... Bien, caballeros...

Y antes de que termine la frase, Lauren interrumpe al maestro de ceremonias fulminándolo con la mirada:

—Diez mil dólares.

Oigo el grito entrecortado y atónito de Pily a mis espaldas.

Oh, no...

—Quince mil.

¿Qué? Todos nos volvemos a la vez hacia un hombre alto e impecablemente vestido, situado a la izquierda del escenario. Yo miro perpleja a Cincuenta. Madre mía, ¿qué hará ante esto? Pero ella se rasca el mentón y obsequia al desconocido con una sonrisa irónica. Es obvio que Lauren lo conoce. El hombre le responde con una cortés inclinación de cabeza.

—¡Bien, caballeros! Por lo visto esta noche contamos en la sala con unos contendientes de altura.

El maestro de ceremonias se gira para sonreír a Lauren y la emoción emana a través de su máscara de arlequín. Se trata de un gran espectáculo, aunque en realidad sea a costa mía. Tengo ganas de llorar.

—Veinte mil —contraataca Lauren tranquilamente.

El bullicio del gentío ha enmudecido. Todo el mundo nos mira a mí, a Lauren y al misterioso hombre situado junto al escenario.

—Veinticinco mil —dice el desconocido.

¿Puede haber una situación más bochornosa?

Lauren lo observa impasible, pero se está divirtiendo. Todos los ojos están fijos en ella. ¿Qué va a hacer? Tengo un nudo en la garganta. Me siento mareada.

—Cien mil dólares —dice, y su voz resuena alta y clara por toda la carpa.

—¿Qué diablos...? —masculla perceptiblemente Pily detrás de mí, y un murmullo general de asombro jubiloso se alza entre la multitud.

El desconocido levanta las manos en señal de derrota, riendo, y Lauren le dirige una amplia sonrisa. Por el rabillo del ojo, veo a Taylor dando saltitos de regocijo.

—¡Cien mil dólares por la encantadora Camila! A la una... a las dos...

El maestro de ceremonias mira al desconocido, que niega con la cabeza con fingido reproche, pero se inclina caballerosamente.

—¡Adjudicada! —grita triunfante.

Entre un ensordecedor clamor de vítores y aplausos, Lauren avanza, me da la mano y me ayuda a bajar del escenario. Me mira con semblante irónico mientras yo bajo, me besa el dorso de la mano, la coloca alrededor de su brazo y me conduce fuera de la carpa.

—¿Quién era ese? —pregunto.

Me mira.

—Alguien a quien conocerás más tarde. Ahora quiero enseñarte una cosa. Disponemos de treinta minutos antes de que termine la subasta. Después tenemos que regresar para poder disfrutar de ese baile por el que he pagado.

—Un baile muy caro —musito en tono reprobatorio.

—Estoy segura de que valdrá la pena, hasta el último centavo.

Atormentada por las sombras II - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora