Al cabo de una hora atracamos en una cala pequeña y guarecida de la isla de Bainbridge. Josh ha bajado a la playa en la lancha —no sé bien para qué—, pero me lo imagino, porque en cuanto pone en marcha el motor fueraborda, Lauren me coge de la mano y prácticamente me arrastra al interior de su camarote: es una mujer con una misión.
Ahora está de pie ante mí, emanando su embriagadora sensualidad mientras sus dedos hábiles se afanan en desatar las correas de mi chaleco salvavidas. Lo deja a un lado y me mira intensamente con sus ojos verdes que han tomado un tono oscuro embriagador y están dilatados.
Ya estoy perdida y apenas me ha tocado. Levanta la mano y desliza los dedos por mi barbilla, a lo largo del cuello, sobre el esternón, hasta alcanzar el primer botón de mi blusa azul, y siento que su caricia me abrasa.
—Quiero verte —musita, y desabrocha con destreza el botón.
Se inclina y besa con suavidad mis labios abiertos. Jadeo ansiosa, excitada por la poderosa combinación de su cautivadora belleza, su cruda sexualidad en el confinamiento de este camarote, y el suave balanceo del barco. Ella retrocede un paso.
—Desnúdate para mí —susurra con los ojos incandescentes.
Ah... Obedezco encantada. Sin apartar mis ojos de ella, desabrocho despacio cada botón, saboreando su tórrida mirada. Oh, esto es embriagador. Veo su deseo: es palpable en su rostro... y en todo su cuerpo.
Dejo caer la camisa al suelo y me dispongo a desabrocharme los vaqueros.
—Para —ordena—. Siéntate.
Me siento en el borde de la cama y, con un ágil movimiento, ella se arrodilla delante de mí, me desanuda primero una zapatilla, luego la otra, y me las quita junto con los calcetines. Me coge el pie izquierdo, lo levanta, me da un suave beso en la base del pulgar y luego me roza con la punta de los dientes.
—¡Ah! —gimo al notar el efecto en mi entrepierna.
Se pone de pie con elegancia, me tiende la mano y me aparta de la cama.
—Continúa —dice, y retrocede un poco para contemplarme.
Yo me bajo la cremallera de los vaqueros, meto los pulgares en la cintura y deslizo la prenda por mis piernas. En sus labios juguetea una sonrisa, pero sus ojos siguen sombríos.
Y no sé si es porque me hizo el amor esta mañana, y me refiero a hacerme realmente el amor, con dulzura, con cariño, o si es por su declaración apasionada —« sí... te quiero» —, pero no siento la menor vergüenza. Quiero ser sexy para esta mujer. Merece que sea sexy para ella... y hace que me sienta sexy. Vale, esto es nuevo para mí, pero estoy aprendiendo gracias a su experta tutela. Y la verdad es que para ella es algo nuevo también. Eso equilibra las cosas entre las dos, un poco, creo.
Llevo un par de prendas de mi ropa interior nueva: un minitanga blanco de encaje y un sujetador a juego, de una lujosa marca y todavía con la etiqueta del precio. Me quito los vaqueros y me quedo allí plantada para ella, con la lencería por la que ha pagado, pero ya no me siento vulgar... me siento suya.
Me desabrocho el sujetador por la espalda, bajo los tirantes por los brazos y lo dejo sobre mi blusa. Me bajo el tanga despacio, lo dejo caer hasta los tobillos y salgo de ella con un elegante pasito, sorprendida por mi propio estilo.
Estoy de pie ante ella, desnuda y sin la menor vergüenza, y sé que es porque me quiere. Ya no tengo que esconderme. Ella no dice nada, se limita a mirarme fijamente. Solo veo su deseo, su adoración incluso, y algo más, la profundidad de su necesidad... la profundidad de su amor por mí.
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Atormentada por las sombras II - Camren
FanfictionContinuación de una de las historias mas intensas que he leído, fuera de lo sexual.