Cuando vuelvo, Lauren se ha quitado la chaqueta y está sentada en la barra del desayuno charlando con la señora Jones. Ella sonríe afable y dispone dos platos de comida caliente para nosotros. Mmm, huele muy bien: coq au vin, si no me equivoco. Estoy hambrienta.
—Espero que les guste, señora Jáuregui, Mila—dice, y se retira.
Lauren saca una botella de vino blanco de la nevera, y nos sentamos a cenar. Me cuenta lo cerca que está de perfeccionar un teléfono móvil con energía solar. Está animada y emocionada con el proyecto, y entonces sé que su día no ha ido tan mal del todo.
Le pregunto por sus propiedades. Sonríe irónica, y resulta que tiene apartamentos en Nueva York, California, Miami, en Aspen Londres, Madrid, París, y el del Escala. Nada más. Cuando terminamos, recojo su plato y el mío y los llevo al fregadero.
—Deja eso. Gail lo hará —dice.
Me doy la vuelta y la miro, y ella me responde fijando sus ojos en mí. ¿Llegaré a acostumbrarme a que alguien limpie lo que voy dejando por ahí?
—Bien, ahora que ya está más dócil, señorita Cabello, ¿hablaremos sobre lo de hoy ?
—Yo opino que la que está más dócil eres tú. Creo que se me da bastante bien eso de domarte.
—¿Domarme? —resopla, divertida. Cuando yo asiento, arruga la frente como si meditara mis palabras—. Sí, Camila, quizá si se te dé bien.
—Tenías razón sobre Patrick—digo entonces en voz baja y seria, y me inclino sobre la encimera de la isla de la cocina para estudiar su reacción.
A Lauren le cambia la cara y se le endurece la mirada.
—¿Ha intentado algo? —pregunta con una voz gélida y letal.
Yo niego con la cabeza para tranquilizarle.
—No, Lauren, y no lo hará. Hoy le he dicho que soy tu novia, y enseguida ha reculado.
—¿Estás segura? Podría despedir a ese cabrón —replica Lauren. Envalentonada por el vino, suspiro.
—Sinceramente, Lauren, deberías dejar que yo solucione mis problemas. No puedes prever todas las contingencias para intentar protegerme. Resulta asfixiante, Lauren. Si no dejas de interferir a todas horas, no progresaré nunca. Necesito un poco de libertad. A mí jamás se me ocurriría meterme en tus asuntos.
Ella se me queda mirando.
—Yo solo quiero que estés segura y a salvo, Camila. Si te pasara algo, yo... Se calla.
—Lo sé, y entiendo por qué sientes ese impulso de protegerme. Y en parte me encanta. Sé que si te necesito estarás ahí, como yo lo estaré para ti. Pero si albergamos alguna esperanza de futuro para las dos, tienes que confiar en mí y en mi criterio. Claro que a veces me equivocaré, que cometeré errores, pero tengo que aprender, sino me dejas nunca lo haré y sinceramente no quiero estar ni sentirme en una cajita de cristal por tu obsesión a protegerme, eso es agobiante.
Me mira fijamente, con una expresión ansiosa que me incita a acercarme a ella, hasta colocarme de pie entre sus piernas, mientras sigue sentada en el taburete de la barra. Le cojo las manos para que me rodee con ellas, y luego apoyo las mías en sus brazos.
—No puedes interferir en mi trabajo. Lauren eso no está bien. No necesito que aparezcas como un caballero andante para salvarme aun que eres mujer pero no lo necesito. Ya sé que quieres controlarlo todo, y se que siempre ha sido así y entiendo el porqué, pero no puedes hacerlo siempre. Es una meta imposible... tienes que aprender a dejar que las cosas pasen, es como el ciclo de la vida, todo debe llevar su curso. —Le acaricio la cara con una mano mientras ella me observa con los ojos muy abiertos—. Y si eres capaz de hacer eso, de concederme eso, vendré a vivir contigo —añado en voz baja.
Inspira bruscamente, sorprendida.
—¿De verdad?
—Sí.
—Pero si no me conoces...
Frunce el ceño y de pronto parece ahogada y aterrada por la emoción, algo totalmente impropio de Cincuenta.
—Te conozco lo suficiente, Lauren. Nada de lo que me cuentes sobre ti hará que me asuste y salga huyendo. —Le paso los nudillos por la mejilla suavemente. Su rostro pasa de la angustia a la duda—. Pero si pudieras dejar de presionarme... —suplico.
—Lo intento, Camila de verdad lo intento. Pero no podía quedarme quieta y dejar que fueras a Nueva York con ese... canalla. Tiene una reputación espantosa. Ninguna de sus ayudantes ha durado más de tres meses, y nunca se han quedado en la empresa. Yo no quiero eso para ti, cariño. —Suspira—. No quiero que te pase nada. Me aterra la idea de que te hagan daño. No puedo prometerte que no interferiré, no, si creo que puedes salir mal parada. —Hace una pausa y respira hondo—. Yo te quiero, Camila. Y utilizaré todo el poder que tengo a mi alcance para protegerte. No puedo imaginar la vida sin ti, entiéndeme por favor.
Madre mía. La diosa que llevo dentro, mi subconsciente y yo miramos boquiabiertas y estupefactas a Cincuenta.
Tres palabritas de nada. Mi mundo se paraliza, vacila, y luego empieza a girar sobre un nuevo eje; y yo saboreo el momento mirando sus sinceros y hermosos ojos verdes.
—Yo también te quiero, Lauren.
Y la beso, y el beso se intensifica.
Morgan, que ha entrado sin que le viéramos, carraspea. Lauren se echa hacia atrás, sin dejar de mirarme intensamente. Se pone de pie y me rodea la cintura con el brazo.
—¿Sí? —le espeta a Morgan.
—La señora Issartel está subiendo, señora.
—¿Qué?
Morgan se encoge de hombros a modo de disculpa. Lauren respira hondo y sacude la cabeza.
—Bueno, esto se pone interesante —masculla. Y me dedica una mueca de resignación.
¡Maldita sea! ¿Por qué no nos dejará en paz esa condenada mujer?
—¿Hablaste con ella hoy? —le pregunto a Lauren mientras esperamos la llegada de la señora Robinson.
—Sí.
—¿Qué le dijiste?
—Le dije que tú no querías verla, y que yo entendía perfectamente tus motivos. También le dije que no me gustaba que actuara a mis espaldas.
Tiene una mirada inexpresiva que no trasluce nada.
Ay, Dios.
—¿Y ella qué dijo?
—Eludió la responsabilidad como solo ella sabe hacerlo.
Hace una mueca con los labios.
—¿Para qué crees que ha venido?
—No tengo ni idea —responde Lauren, encogiéndose de hombros.
Morgan vuelve a entrar en el salón.
—La señora Issartel—anuncia.
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Atormentada por las sombras II - Camren
FanficContinuación de una de las historias mas intensas que he leído, fuera de lo sexual.